En 1865 nacía, en la pequeña población suiza de Saint-Imier, George-Emile Eberhard, en el seno de una familia de Berna cuyos orígenes se remontan al siglo X. Muy pronto, el joven George-Emile aprendió de su padre todos los secretos de la relojería y, en 1887, con sólo 22 años, fundó su propia manufactura en La Chaux-de-Fonds.

Muy pronto, Eberhard & Co. se especializó en la fabricación de relojes altamente técnicos; el lanzamiento del primer cronógrafo de bolsillo marcaba el inicio de una larga relación entre la firma relojera y los relojes dotados de función cronográfica.
En 1907 se inauguró la sede central de la compañía en la calle Leopold Robert. El carácter emprendedor de George-Emile Eberhard la llevó a convertirse en un referente mundial en la fabricación de cronómetros y cronógrafos gracias a la precisión y fiabilidad de sus piezas.

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La primera manufactura se instaló en La Chaux-de-Fonds.

En 1919 Georges y Maurice Eberhard, hijos del fundador, empezaron a asumir la dirección de la empresa (aunque lo harían de forma definitiva a partir de 1926). Simboliza perfectamente este relevo la creación del primer cronógrafo de pulsera de la marca, caracterizado por su caja de oro de 18 K, dotada de asas móviles para fijar la correa y de un fondo con bisagra. Bajo la dirección de los dos hermanos, la firma continuó su crecimiento basado en el equilibrio entre el respeto por la tradición y la voluntad de innovación.

La buena fama de sus cronógrafos hizo que, durante los años ’30, fueran utilizados por los oficiales de la Real Marina Militar italiana. En 1935, la firma creó un nuevo modelo con dos pulsadores, dotado de función de parada y reinicio de marcha sin puesta a cero que permitía la medición de tiempos intermedios le seguiría, en 1938, el lanzamiento del primer cronógrafo con contador de horas y, sólo un año después, un revolucionario cronógrafo de muñeca provisto de dispositivo à rattrapante. Modelos como los citados situaron a la Maison a la vanguardia de la innovación relojera, especialmente en el ámbito de la creación de cronógrafos.

Nuevos horizontes

Como tantas otras compañías, Eberhard & Co. tuvo que detener su actividad productiva durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, pudo retomarla una vez finalizado el conflicto, con fuerzas renovadas y la voluntad de ampliar horizontes. Así, en 1947 se introdujo en el mercado femenino con relojes de joyería de lujo.

Ello no significó, obviamente, que la firma dejara de lado la creación de cronógrafos de alta precisión, como demuestra el lanzamiento del modelo Extra-fort a finales de los años ’50. Dotado de un pulsador de corredera para la puesta a cero de los segundos, este modelo se convirtió pronto en una de las piezas icónicas de la marca y aún hoy es un modelo muy deseado por los coleccionistas.

Continuando con el trabajo de innovación que había caracterizado sus modelos durante tantos años, durante los’60 Eberhard & Co. presentó varias novedades técnicas, como su dispositivo de puesta a punto simultánea de la fecha. Además, a finales de la década empezó a equipar sus cronómetros con movimientos cuyo órgano regulador oscilaba a 36.000 alternancias por hora, velocidad que garantizaba una mayor precisión. Paralelamente, la firma comenzó a desarrollar sus primeros movimientos electrónicos para adaptarse a los nuevos tiempos que estaban llegando y que cambiarían la historia de la relojería.

La colección Sirio, lanzada en 1970, ejemplifica perfectamente esta revolución, tanto estética como técnica. Su estilo frio y elegante refleja la moda del momento, mientras que su calibre de cuarzo de nuevo concepción ofrecía la función de calendario.

Vuelta a los movimientos mecánicos

A pesar de su aproximación a los relojes de cuarzo durante la década de los ’70, puede decirse que Eberhard & Co. se mantuvo fiel a la tradición y a su espíritu fundador, y, en los años ’80, fue una de las marcas pioneras en el relanzamiento del cronógrafo mecánico. Fruto de su renovado interés en este campo, la firma suiza lanzó, en 1984, su modelo Chronomaster Frecce Tricolori, dedicado a la famosa patrulla acrobática italiana, con la cual colaboró en varios estudios e investigaciones.

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Reloj dedicado al piloto Tazio Nuvolari.

En 1987, la Maison Suisse d’Horlogerie Eberhard & Co. celebró el centenario de su fundación con el lanzamiento de la colección de cronógrafos Navymaster, cuyas esferas fueron decoradas con detalles conmemorativos. En 1992 se festejaba otro aniversario -en este caso, del nacimiento del mítico piloto de carreras Tazio Nuvolari-, y la manufactura suiza quiso dedicarle un cronógrafo, que se convertiría en uno de los más significativos de la firma. Dotado de un movimiento automático, el modelo Tazio Nuvolari se caracterizaba por el acabado especial perlado del fondo y del bisel, inspirado en el salpicadero de los viejos bólidos de carreras, así como por un grabado con la firma del piloto y el estilizado dibujo de una tortuga.

Cuatro años más tarde, y adelantándose a la moda que imperaría durante la década siguiente, Eberhard orientó su producción hacia las grandes dimensiones, con modelos como el Traversetolo (43 mm) o dos nuevas versiones del Tazio Nuvolari, el modelo “Grande Taille” (43 mm) y el Rattrapante “Géant” (51 mm).

Fue durante los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, cuando la firma suiza lanzó algunas de sus piezas más interesantes, demostrando una gran capacidad de innovación técnica. Buena muestra de ello, el modelo 8 Jours, lanzado en 1997, estaba dotado de una reserva de marcha de ocho días gracias a un dispositivo formado por dos muelles superpuestos que sumaban una longitud de más de un metro y medio.

Firma consolidada

Con el nuevo milenio, la marca revolucionó completamente la estética de los cronógrafos con el modelo Chrono 4, cuyos cuatro contadores se presentaban alineados horizontalmente en la esfera por primera vez en la historia, permitiendo una lectura del tiempo inmediata y secuencial. Años después, la firma iría aún más allá, situando estas cuatro subesferas en línea vertical en el Chrono 4 Temerario. Esta modelo, además incluía hasta tres patentes, relativas a la construcción del movimiento, al sistema de acceso a la corona de regulación y al cierre de la correa.

Durante la última década, la firma suiza ha alternado la creación de nuevas colecciones con la renovación de algunas de sus piezas más significativas. En 2006 apareció la colección Scafodat, formada por relojes profesionales de submarinismo con una hermeticidad de 500 metros y, un año después, Eberhard & Co. celebró sus 120 años de historia con un modelo conmemorativo, el Chronographe 120ème Anniversaire, que encerraba todo el savoire-faire de la manufactura en la elaboración de cronógrafos deportivos. Disponible en acero y en oro rojo, el reloj estaba dotado de un movimiento automático à came con dispositivo de rueda de pilares, cuya masa oscilante, con un “120” esqueleteado, podía admirarse a través del cristal de zafiro del fondo.

Este año, la firma afincada en Bienne ha cumplido 125 años, y lo ha festejado recurriendo a su modelo más icónico, el cronógrafo Extra-Fort. Presentado en una edición limitada a 625 ejemplares (500 en acero y 125 en oro), el Extra-Fort Roue à Colonnes Grande Date 125ème Anniversaire incorpora un mecanismo de rueda de pilares para controlar las funciones cronográficas del movimiento automático. En este caso, la función à rattrapante del modelo original ha sido sustituida por la gran fecha, situada encima del logotipo de la marca.

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Extra-Fort Roue à Colonnes Grande Date 125ème Anniversaire.

El carácter conmemorativo del reloj se refleja en la esfera, a través de los numerales relativos a la 1, las 2 y las 5 horas, así como en el fondo: la masa oscilante luce el año de fundación de la marca “1887” y el presente “2012”, junto al recordatorio “125ème Anniversaire”. Sin duda, era el mejor homenaje posible a un siglo y cuarto que Eberhard & Co. ha dedicado, con igual intensidad, a la preservación de la rica herencia relojera dejada por George-Emile Eberhard y sus dos hijos, y a la búsqueda continua de la innovación y el perfeccionamiento de la técnica.

Este artículo ha sido publicado en el número 41 de la revista Máquinas del Tiempo.

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