Hoy ha venido a Nicols un amigo que vive en Dubai

Daniel Nicols
www.nicols.es 

L

Es un chico de unos 35 años, con dos hijos, que trabaja en el mundo de la aviación. Su poder adquisitivo es medio-alto, y cada cierto tiempo quiere hacerse un regalo importante. Le conozco relojes de entre 5.000 y 10.000 euros de diversas marcas y, de hecho, aparece con un IWC Top Gun.

“Dani, voy a ser padre de nuevo y como con cada hijo me quiero hacer un regalo…”

Sinceramente, ya estaba pensando que me iba a preguntar por un Rolex o un Omega, o quizás incluso por un Patek Phillipe o un Audemars Piguet; quién sabe si por un Bell & Ross o incluso por un Hamilton, que tanto gustan entre los pilotos. Pero nada más lejos de la realidad.

“Me quiero comprar una cadena de oro macizo y una pulsera”. Silencio. “Estoy cansado de que no me vendan los relojes que me gustan. Que vaya a una joyería y me digan que tengo que comprarles relojes que no quiero para que algún día me vendan el que quiero”. Sigo quedándome callado. “Y, sinceramente, no estoy dispuesto a pagar lo que piden en el mercado de segunda mano. Me parece un engaño”.

En un primer momento me sentí feliz, pues quería invertir unos 15.000 € en una joya hecha en nuestros talleres artesanos, de manera sostenible, con amor, en España, y además quería personalizarla para que el nombre de su próximo retoño le tocara la piel, sin que nadie tuviera que verlo. Sinceramente, es muy bonito poder hacer realidad los sueños de nuestros clientes y, a la vez, formar parte, con nuestro arte, de los momentos más bonitos de su vida.

Pero, como sabéis, soy un gran amante de los guardianes del tiempo, de los relojes, de nuestra industria relojera, por lo que, cuando se fue, me quedé pensativo y me hice la siguiente pregunta: ¿qué es lo que estamos haciendo mal? ¿Estamos siempre hablando de vender a los jóvenes, pero luego no les dejamos comprar? ¿Está dejando de ser el reloj la joya del hombre?

Desde luego, no tengo la respuesta absoluta a estas preguntas, pero lo que es evidente es que quizás la relojería está, sin darse cuenta, echando leña al fuego del cambio que se está produciendo, especialmente tras la pandemia, entre las nuevas generaciones. 

La joyería para hombres se ha considerado, durante mucho tiempo, un segmento de nicho, pero está dejando de serlo. Los hombres jóvenes buscan, cada vez más, formas de personalizar su identidad; desde anillos hasta pulseras, cadenas e incluso broches.

Aunque, hoy en día, el concepto de hombre que usa joyas no es ampliamente aceptado, el negocio de la joyería para hombres se está expandiendo a gran velocidad. El cliente más clásico y tradicional, como las generaciones X o Y, duda o teme no sentirse aceptado. Sin embargo, el surgimiento de las redes sociales y la cultura zInellian y GenZ ha dado a los hombres jóvenes un impulso significativo para comenzar a experimentar con la joyería. La cultura de los “influencers” ha contribuido a que los hombres se vuelvan más receptivos a experimentar con diversos estilos de joyería a medida; quieren cosas únicas y personalizadas que representen sus personalidades y que les hagan sentir valiosos. 

La moda urbana ha hecho que resurjan las piezas de joyería de gran tamaño, que combinan con el estilo de los jóvenes, que incluye anillos grandes, collares de cadenas gruesas y pulseras llamativas, o incluso algo que me llama mucho la atención: los collares de perlas para hombres.

Sinceramente, si seguimos por este camino, sin escuchar a los jóvenes, sin permitirles comprar los relojes que quieren, los que les gustan, no sé cuánto tardará el reloj a dejar de ser la joya del hombre. 

Comentarios y sugerencias: club@maquinasdeltiempo.com

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