JAEGER-LECOULTRE MASTER GRANDE TRADITION RÉPÉTITION MINUTES PERPÉTUELLE
EL SONIDO PERPETUO
Por Ernest Valls
La maison vuelve a sorprender con un nuevo integrante de la exclusiva gama Master Grande Tradition: un repetición de minutos con un sonido excepcional, que incorpora un calendario perpetuo animado por un calibre de remonte automático.
La grandeza de las marcas relojeras se hace patente cuando, apenas unos meses después de presentar una pieza de excepción, vuelven a sorprender con otra que no le va a la zaga. La maison presentó, durante la pasada edición del Salón Internacional de la Alta Relojería (SIHH, en sus siglas en francés), el modelo Master Grande Tradition Gyrotourbillon Westminster Perpétuel: un repetición de minutos con una sonería Westminster —que reproduce el sonido del famoso carrillón de la torre del reloj Big Ben londinense—, dotado de un calendario perpetuo y del sofisticado Gyrotourbillon. Si alguien pensaba que tras esta pieza ya no tendría nada más que decir, Jaeger-LeCoultre nos sorprende con este excepcional Master Grande Tradition Répétition Minutes Perpétuelle.
En modo alguno estamos estableciendo una competición entre ambos modelos. El precio de uno y otro pone fin a cualquier comparación: 800.000 € en el caso del Gyrotourbillon Westminster Perpétuel, y 250.000 € en el del Répétition Minutes Perpétuelle en su versión con esfera azul con guilloché. Sin embargo, se hace preciso destacar la excepcionalidad del nuevo modelo. Los timbres de la sonería cuentan con un diseño inédito que dota al reloj de una excepcional sonoridad —como si de un reloj de bolsillo se tratara—, y la arquitectura del calibre hace que el sistema de remonte automático no merme la visión del módulo de sonería.
Con este nuevo modelo, la firma de Le Sentier se precia de aumentar su ya nutrido repertorio de movimientos con sonería —cuenta con más de 200— desde que en 1895 recibió la patente del primer sistema de reducción de los silencios entre tonalidades, que mejoraba la cadencia de la melodía sonora. La singularidad del diseño de los timbres merece su propia explicación.
Anverso y reverso del reloj, en los que podemos apreciar la esfera, así como el movimiento, gracias a su fondo transparente.
Reloj de pulsera con sonido de bolsillo
En su disposición habitual, los timbres prácticamente recorren, en el mismo plano, un círculo alrededor del exterior del movimiento. Sin embargo, el equipo de investigación e innovación de Jaeger-LeCoultre ha optado por sacar partido de una máxima de la transmisión sonora: cuanto mayor es el espacio que ocupa el elemento que crea las vibraciones con respecto a su resonador, mayor será la capacidad de transmisión del sonido. Llevada a la práctica, se puede traducir por: cuanto mayor sea el recorrido que realicen los timbres alrededor de la caja, mayor será la amplificación del sonido.
El timbre grave —que marca las horas— sigue una trayectoria helicoidal ascendente desde el reverso del movimiento hasta el anverso del mismo y atraviesa, de este modo, toda la altura del movimiento. Su recorrido irregular, si bien siempre en la misma dirección, le permite vibrar de tal manera que crea los tintes armoniosos que dan plenitud y equilibrio a las notas graves.
El timbre agudo —que marca los minutos— también sigue una trayectoria helicoidal ascendente desde la parte del fondo hasta la esfera y pasa por toda la altura de la caja, si bien al llegar al fondo cambia de dirección y se repliega como si fuera la horquilla de un diapasón en busca del extremo del timbre grave. Esta configuración acentúa la vibración fundamental del timbre, produciendo un tono más puro que transmite la claridad y el brillo que se aprecian en las notas agudas.
A esta singular geometría de los timbres hay que añadir innovaciones características de las sonerías de La Maison como las secciones cuadradas de los timbres y los martillos articulados, que aseguran que los timbres reciban el mayor impacto posible y al mismo tiempo una menor interferencia del retroceso de los martillos.
Esta disposición y geometría de los timbres hace que la sonoridad del Master Grande Tradition Répétition Minutes Perpétuelle sea comparable con la de los antiguos relojes de bolsillo con sonería, a pesar de la notable reducción del tamaño de la caja.
Perfil de la caja del reloj, con un nuevo diseño de líneas clásicas y formada por 80 piezas individuales acabadas a mano.
Reloj de pulsera con sonido de bolsillo
En su disposición habitual, los timbres prácticamente recorren, en el mismo plano, un círculo alrededor del exterior del movimiento. Sin embargo, el equipo de investigación e innovación de Jaeger-LeCoultre ha optado por sacar partido de una máxima de la transmisión sonora: cuanto mayor es el espacio que ocupa el elemento que crea las vibraciones con respecto a su resonador, mayor será la capacidad de transmisión del sonido. Llevada a la práctica, se puede traducir por: cuanto mayor sea el recorrido que realicen los timbres alrededor de la caja, mayor será la amplificación del sonido.
El timbre grave —que marca las horas— sigue una trayectoria helicoidal ascendente desde el reverso del movimiento hasta el anverso del mismo y atraviesa, de este modo, toda la altura del movimiento. Su recorrido irregular, si bien siempre en la misma dirección, le permite vibrar de tal manera que crea los tintes armoniosos que dan plenitud y equilibrio a las notas graves.
El timbre agudo —que marca los minutos— también sigue una trayectoria helicoidal ascendente desde la parte del fondo hasta la esfera y pasa por toda la altura de la caja, si bien al llegar al fondo cambia de dirección y se repliega como si fuera la horquilla de un diapasón en busca del extremo del timbre grave. Esta configuración acentúa la vibración fundamental del timbre, produciendo un tono más puro que transmite la claridad y el brillo que se aprecian en las notas agudas.
A esta singular geometría de los timbres hay que añadir innovaciones características de las sonerías de La Maison como las secciones cuadradas de los timbres y los martillos articulados, que aseguran que los timbres reciban el mayor impacto posible y al mismo tiempo una menor interferencia del retroceso de los martillos.
Esta disposición y geometría de los timbres hace que la sonoridad del Master Grande Tradition Répétition Minutes Perpétuelle sea comparable con la de los antiguos relojes de bolsillo con sonería, a pesar de la notable reducción del tamaño de la caja.
Una caja complicada
La gama Master Grande Tradition se caracteriza por una caja redonda de líneas clásicas. Sus formas hacen que la atención se centre en los sofisticados mecanismos que alberga. Sin embargo, ello no significa que no aporte su peculiar grano de arena en la excepcionalidad del conjunto. Jaeger-LeCoultre ha escogido el oro blanco —discreto y elegante— como material para la construcción de la caja. El tamaño de esta —43 milímetros de diámetro y 13,72 de grosor— es comedido, teniendo en cuenta la complicación que alberga en su interior. La hermeticidad es de 5 atmósferas (50 metros de profundidad), bastante generosa para un reloj de estas características, y evitará perfectamente la entrada de cualquier partícula del exterior que pudiera dañar el delicado movimiento que late en su interior.
La caja es de nuevo diseño y está formada por más de 80 piezas individuales, todas ellas, acabadas a mano. Las líneas de la caja prestan especial atención a la ergonomía del conjunto, desde el bisel profundamente convexo y las asas con biseles amplios hasta el pulsador deslizante de la repetición de minutos, que tiene una magistral forma cónica. Las superficies frontales presentan un acabado pulido a espejo, el lateral de la carrura tiene un acabado satinado de finos trazos horizontales, y la zona lateral exterior de las asas, un acabado mediante chorro de arena. Precisamente, las asas no son solidarias a la carrura, sino que se atornillan a ella. Ello hace posible que aglutinen los tres acabados mencionados.
El fondo del Master Grande Tradition Répétition Minutes Perpétuelle se atornilla a la carrura mediante cuatro tornillos e incorpora un cristal de zafiro transparente, a través del cual se puede apreciar el módulo de sonería que alberga en su interior. Un detalle que no puede pasar desapercibido es la decoración del fondo. No sólo alberga los tres tipos de acabados presentes en la caja —pulido, satinado y chorro de arena— sino que, además, incorpora un guilloché con un motivo de Clous de Paris en la zona interna, sobre la que se ajusta el cristal de zafiro transparente.
El modelo, con dos esferas diferentes: con esmalte azul y con esfera plateada graneada, respectivamente.
Dos versiones de esfera
Jaeger-LeCoultre ha realizado dos esferas para vestir este singular modelo. Cada versión se realizará en edición limitada de 30 piezas. La referencia Q52334E1 responde a la versión con esfera guilloché con esmalte azul, y tiene un precio de 250.000 € sin IVA; mientras que la referencia Q5233420 se presenta con una esfera plateada graneada, y tiene un precio de 225.000 € sin IVA.
La disposición de las indicaciones es de tipo tricompax. La esfera situada a las tres horas muestra el día del mes; la situada a las seis horas, el mes, y la situada a las nueve horas, el día de la semana y también la fase lunar. Todas las indicaciones se muestran mediante agujas, incluso la fase lunar. Esta es otra más de las singularidades de esta pieza.
La forma tradicional de mostrar las fases de la luna es mediante un disco sobre el que se han impreso dos lunas llenas. Este disco gira por detrás de una ventana, de forma que la parte visible de la luna impresa corresponde con la fase del satélite terrestre. Sin embargo, en este caso se ha optado por una indicación mediante una aguja que recorre un disco donde se han impreso las cuatro fases de la luna. Cuando la aguja está en la posición de las doce horas, señala la luna llena; a las tres, cuarto menguante; a las seis, luna nueva y a las nueve, cuarto creciente.
Entre las indicaciones horarias de las siete y las ocho horas, una ventana rectangular deja al descubierto la indicación del año completo, construida a partir de tres discos. Hay otra ventana, situada justo en la parte superior del eje de giro de las agujas horarias, que cambia de color entre las 22:00 y la 1:00, periodo durante el cual se recomienda no ajustar ni la hora ni el calendario, debido a la posibilidad de alterar o incluso dañar el movimiento. Como detalle adicional, para que esta indicación sea visible siempre, las agujas cuentan con una pequeña abertura en su base.
En ambas versiones de esfera, los índices horarios tienen una estilizada forma trapezoidal, con los lados biselados y una longitud acorde a su posición respecto a las subesferas. En la parte exterior de la esfera se aprecia una minutería tipo ferrocarril.
Más allá de la propia superficie de la esfera se pueden apreciar los dos timbres de la sonería. Estos nacen en la parte posterior del movimiento y acaban rodeando la circunferencia de la esfera, salen por una abertura situada a la una y acaban, sin tocarse, cerca de las ocho horas.
Imagen del calibre manufactura 950 de Jaeger-LeCoultre.
Un calibre automático invisible
La guinda de esta pieza es un calibre de remonte automático que pasa totalmente desapercibido para los ojos del usuario. El mérito de esta pieza no consiste solo en ofrecer una gran complicación con una sonoridad excepcional; la firma también se ha cuidado de ofrecer una experiencia amigable para el cliente. En un reloj con función de calendario perpetuo, la utilización de un movimiento automático es un recurso que facilita el uso por parte del usuario, ya que no tendrá que estar pendiente de darle cuerda e incluso lo podrá dejar reposar un día sin que se pierda ninguna de sus indicaciones.
El responsable de esta proeza es el calibre manufactura 950 de Jaeger-LeCoultre. Tiene un diámetro de 30 milímetros y un grosor de 8,48; la reserva de marcha es de 38 horas y el conjunto volante/espiral late a unas rápidas y modernas 28.800 alternancias por hora, es decir, con una frecuencia de oscilación de 4 Hz.
La construcción del calibre 950 es modular. En la parte superior se alberga el módulo del calendario perpetuo y en la inferior, el de la sonería. Entre ellos se encuentra el módulo horario, que incorpora el sistema de remonte automático.
Pieza de excepción
Los sesenta afortunados poseedores de esta pieza —ya sea con la esfera de esmalte azul decorada con un guilloché o con la esfera blanca graneada— podrán presumir de tener un reloj elegante y discreto que encierra un delicado mecanismo totalmente vanguardista y dotado de soluciones inéditas. La repetición de minutos y el calendario perpetuo son dos de las complicaciones que todo aficionado a la alta relojería desea poseer. Si las consigue en una sola pieza, muy probablemente habrá alcanzado uno de sus sueños. Enhorabuena y felicidades a ellos, y a Jaeger-LeCoultre por hacerlo posible.