JOYERÍA Y RELOJERÍA OLAZABAL
A principios de los años 50, Tomás Olazabal inaugura en San Sebastián el espacio que se convertiría en la joyería y relojería Olazabal que conocemos hoy en día. Tras él, tres generaciones más de la familia le siguieron en la labor de proporcionar el mejor servicio posible, y hace ya 60 años que tanto los donostiarras como los visitantes tienen la oportunidad de disfrutar de la cuidada selección de modelos de las principales marcas que ofrece.
El lugar donde se ubica la joyería Olazabal también tiene historia propia. Lejos de ser construido con la idea de convertirse en una relojería, empezó siendo un edificio llamado el Ensanche de Cortázar, cuya edificación terminó en 1913. A medida que fue pasando el tiempo, y aún en la primera mitad del siglo XX, la esquina de ese mismo edificio situada entre la calle Garibay y el concurrido boulevard pasaría a transformarse en dos de los emblemáticos cafés de la ciudad vasca: el Café de la Marina, seguido por el Café Kutz.
Actualmente, desde su primera transformación a joyería, el servicio ofrecido por los Olazabal ha evolucionado de forma notable. Bajo la dirección de Álvaro, el nieto del fundador Tomás, no tan solo se enorgullecen de poseer modelos de las marcas más prestigiosas —Rolex, Cartier, Tudor y Baume&Mercier, entre muchas otras—, sino también de ofrecer un servicio técnico oficial acreditado. Al disponer de las piezas originales de todas las marcas que la joyería posee, el mantenimiento y reparación de todos los modelos de la relojería Olazabal son óptimos. Además, los relojeros profesionales que se dedican a este servicio realizan cursos de formación acreditados por las propias marcas, para asegurar que los relojes mantengan su operatividad y estética en su máximo esplendor.