JUNGHANS
VISITA AL HOGAR DEL RELOJ ALEMÁN
Y ENTREVISTA A MATTHIAS STOTZ
CEO DE JUNGHANS

Por Ferran Magrané

La Selva Negra es una pintoresca región de Baden-Württenberg, en el sudoeste de Alemania, con una rica tradición en la producción de relojes, especialmente de pared y de sobremesa. Aprovechando esta tradición, en 1861, Erhard Junghans y su cuñado Jakob Zeller-Tobler fundaron en la localidad de Schramberg una fábrica de componentes relojeros, que unos años después empezaría a producir sus propios relojes; una manufactura que, a principios de siglo XX y gracias, sobre todo, a la introducción de los métodos de producción en serie importados de los Estados Unidos, llegaría a convertirse en la fábrica de relojes más grande del mundo. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de la firma hasta el advenimiento de la crisis del cuarzo, en 1961, coincidiendo con la celebración de su centenario, Junghans contaba con 6.000 empleados y producía diariamente 20.000 relojes de todo tipo, que se exportaban a 100 países.

Actualmente, Junghans es una empresa mucho más modesta en cuanto a tamaño y producción —fabrica sobre las 60.000 piezas anuales— pero continúa siendo la firma relojera de referencia para la mayoría de familias alemanas. En la última década, además, ha realizado un gran esfuerzo para preservar su rico patrimonio y, a la vez, para recuperar su credibilidad en el ámbito de la relojería mecánica.

De todo ello fuimos testigos los periodistas de la prensa especializada que a finales de octubre fuimos invitados a visitar las instalaciones de la firma relojera en Schramberg. Dos días en los que pudimos descubrir las instalaciones donde se diseñan, se montan y se prueban todos los modelos de la firma, pero también —y sobre todo— pasear por las salas del singular Terrassenbau, el icónico edificio escalonado que Arthur Junghans hizo levantar en 1916 sobre la ladera del valle para que todos los relojeros pudieran trabajar con luz solar, y que hoy, tras un extremadamente respetuoso trabajo de remodelación, aloja el museo de la marca. Allí, tuvimos ocasión de recorrer la historia de la relojería de la Selva Negra desde el siglo XVII hasta la actualidad, a través de una extensa colección de guardatiempos —desde relojes de pared a los típicos relojes de cuco, pasando por espectaculares relojes con autómatas—, singulares instrumentos musicales y cajas de música bellamente decoradas.

En el segundo día de visita, además, se nos brindó la oportunidad de mantener una extensa charla con el CEO de Junghans, Matthias Stotz, quien es el principal responsable de la evolución experimentada por la firma en los últimos años. A lo largo de casi dos horas, este relojero de formación nacido en Friburgo nos explicó ampliamente su visión de la firma y de la relojería, y no tuvo inconveniente en responder todas nuestras preguntas.

Hemos seleccionado algunos fragmentos especialmente interesantes de la charla con el señor Stotz, que reproducimos a continuación en formato entrevista.

Matthias Stotz, CEO de Junghans

Junghans no nace en el valle de Joux ni en Sajonia, sino en la Selva Negra, un lugar más conocido por los relojes de cuco. ¿Qué importancia tiene ello para la personalidad de la marca?
Para una marca es muy importante tener raíces y que todos los aficionados y coleccionistas puedan verlo y entenderlo. Junghans tiene, en efecto, sus raíces en la Selva Negra, donde la relojería nace por motivos similares a los del Vallée de Joux o Glashütte: en el pasado los inviernos eran tan duros que no era fácil mantener la actividad agrícola, y las comunidades, que eran pobres, tenían que buscar actividades alternativas. Hoy, estamos muy orgullosos de continuar aquí, porque la identidad de la marca está en este lugar, del mismo modo que la identidad de Schramberg también está fuertemente ligada a la marca, ya que en el pasado más de la mitad de su población trabajaba en la fábrica.

¿Qué significa para usted el lema “The German Watch” utilizado por Junghans?
Cuando empecé en 2009, junto con la agencia de comunicación creamos la frase “Junghans, el reloj alemán”, y al principio yo me sentía muy incómodo con ella, porque creía que eran unas palabras muy contundentes, existiendo marcas como A. Lange & Söhne, Glashütte, etc. Después, reflexionando sobre la frase, me di cuenta de que era cierta: en 1903, Junghans era la mayor fábrica de relojes del país y en 1966 fuimos la tercera máxima productora de cronómetros en el mundo, tras Rolex y Omega. A lo largo de nuestra historia, hemos fabricado relojes de bolsillo, de sobremesa, de pulsera, con alarma, relojes eléctricos… y fuimos los inventores del reloj radiocontrolado. Y, además, podemos decir que nunca hemos desaparecido del mercado. Sin embargo, aún persistía en mí un poco de incomodidad, hasta que, ese mismo año, me encontré con Walter Lange y Hartmut Knothe [fundador de A. Lange & Söhne y el entonces director gerente, respectivamente] en la feria Viena Time y tuve ocasión de plantearles mis dudas. Me respondieron de forma clara y concisa: “Sí, vosotros sois la marca alemana”. Ello me hizo sentir bien, y ese mismo año incorporamos el lema en el catálogo.

¿El museo es importante para establecer una relación con los coleccionistas y para transmitir su filosofía al mercado?
Existen tres razones por las cuales abrimos el museo en el Terrassenbau: la primera es que teníamos mucha demanda de visitas guiadas y no podíamos satisfacerla íntegramente sin perjudicar la producción. El segundo motivo es que teníamos un museo aquí dentro, en el primer piso, cuya visita estaba integrada en las visitas guiadas, pero que estaba cerrado al público en general, y queríamos abrirlo a los coleccionistas. Y la tercera razón es que teníamos este precioso edificio de terrazas, y los antiguos propietarios de Junghans no sabían qué hacer con él, ya que obviamente no contaba con los requerimientos para ser usado para la producción. De modo que lo restauramos y ubicamos ahí el museo.

Parece que Junghans ha hecho un esfuerzo por recuperar la credibilidad como marca de relojes mecánicos.
En efecto, si volvemos atrás en la historia, en 1985 se produce la primera producción en serie de un reloj radiocontrolado de sobremesa, y en 1990 Junghans inventa el reloj de pulsera radiocontrolado, con una imagen muy moderna. En esos días los relojes mecánicos estaban volviendo, pero Junghans estaba concentrada en los relojes radiocontrolados y esperaba que instalaran más antenas de radiocontrol en todo el mundo. Creo que se cometió un error, porque si Junghans hubiera empezado a producir relojes mecánicos en ese momento hoy tendría una estructura totalmente diferente.

Usted colaboró a cambiar esta situación…
Cuando empecé aquí me di cuenta de que la gente veía a Junghans como una firma de relojes radiocontrolados. Empezamos a introducir algunos relojes mecánicos, pero cuando reinventamos la línea Meister en 2011 yo ya estaba convencido de que este rango de la marca podía ponernos de nuevo en el juego. E hicimos el Meister Chronoscope: 1.500 piezas, que se vendieron muy pronto (introdujimos el reloj en las ferias de Basilea y Múnich, y en mayo ya estaba agotado). Nadie esperaba que tendría tanto éxito, pero teníamos la sensación de que todos los coleccionistas estaban esperando ese momento. Hoy, más del 50% de los relojes de Junghans son mecánicos.

Actualmente, tener movimientos de manufactura es una fuente de prestigio para las marcas relojeras. ¿Han valorado esta posibilidad?
Yo soy relojero. Por supuesto, este es el sueño de toda marca, y también el mío. Teníamos una gran cantidad de equipamiento en el pasado, pero la decisión de Junghans en el año 1976 fue parar la producción de relojes mecánicos y desprenderse de todas las herramientas, de modo que no tenemos nada que podamos volver a utilizar. Sin embargo, aún tenemos esta idea de cara al futuro; cuando llegue el momento, queremos tener nuestro propio movimiento mecánico. Pero es también un gran riesgo y, a día de hoy, la marca aún es demasiado pequeña para poder ofrecer a sus clientes un reloj manufactura a un precio competitivo.

En este sentido, Junghans es una marca honesta. Otras firmas esconden el hecho de utilizar movimientos ajenos.
Nosotros comunicamos siempre lo que hacemos y tenemos las puertas abiertas. Por el momento estamos utilizando Valjoux, ETA y Sellita, y utilizaremos el nuevo movimiento Ronda cuando esté disponible. Siempre queremos ser honestos, porque no tenemos nada que ocultar. Y cuando hacemos algo especial, como el ensamblaje, también lo explicamos. Por supuesto existen muchas posibilidades de mejora en este ámbito: podemos hacer el ensamblaje, podemos elaborar algunos componentes nosotros mismos… sería interesante repetir esta conversación cada dos años porque podrían ver la evolución.

En cambio, no parecen interesados en los smartwatches…
Todos estos modelos actualmente están utilizando las mismas ideas que el Apple Watch. Son ordenadores Apple en la muñeca, pero no son relojes. Ustedes tienen una revista y escriben sobre precisión mecánica, sobre belleza, sobre la forma de las agujas y los colores de la esfera… si escriben sobre un Apple Watch, podrán hablar de la resolución de la pantalla o de sus funciones, nada más. La relojería, para nosotros, como para los coleccionistas o los amantes de los guardatiempos, es algo real, y esta es la razón por la cual nos estamos concentrando en relojes reales.

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