Louis Erard
LE RÉGULATEUR LOUIS ERARD X OLIVIER MOSSET
El fondo del reloj cuenta con una gran ventana central de cristal de zafiro, que deja a la vista el calibre automático Sellita SW266-1.
En los últimos años, Louis Erard se ha aliado con prestigiosos creadores de distintos ámbitos para dotar algunas de sus piezas más significativas de un renovado toque artístico, siempre en ediciones limitadas a 178 ejemplares. La última colaboración ha unido la firma relojera con el artista abstracto Olivier Mosset, nacido en Berna en 1944 y conocido por sus obras radicalmente minimalistas, que llegaron a desembocar en pinturas completamente monocromas con las que buscaba el grado cero en esta expresión artística.
La caja del reloj de elaborada en acero, con un tratamiento de chorro de arena y un recubrimiento de PVD de color negro mate, destaca por sus formas suaves y redondeadas.
Su peculiar visión del arte se refleja, por supuesto, en el reloj que ha diseñado para Louis Erard, que no es otro que el emblemático Le Régulateur, caracterizado por la indicación independiente de las horas, los minutos y los segundos (una disposición que históricamente se utilizaba en los guardatiempos que, en los talleres, utilizaban los relojeros como referencia para poner en hora al resto de relojes). Le Régulateur Louis Erard X Olivier Mosset es completamente negro, desde las correas hasta la caja, con una única concesión: la brillantina de plata que decora la esfera de laca negra, una sutil referencia la pintura metálica de las motocicletas que Mosset tanto ama –él mismo se ha convertido en un “biker” desde que reside en Tucson, Arizona–, y que ha incorporado recurrentemente a su obra. Las tres agujas están dispuestas en ejes diferentes, como corresponde a un regulador, pero tienen la particularidad de ser exactamente iguales: bastones negros del mismo tamaño, con un acabado satinado mate y con los extremos redondeados, que tienen la particularidad de rotar sobre su eje central en lugar de pivotar sobre uno de sus extremos. Para facilitar –o más bien permitir– la lectura de las tres indicaciones, se ha situado un agujero en el extremo del bastón que ofrece la información. El distinto tamaño del agujero permite, además, distinguir las agujas cuando el reloj no está en funcionamiento: el más grande corresponde a la horaria, situada hacia las 12 horas; el mediano, a la minutera, ubicada sobre el eje central, y el más pequeño, a la segundera, ubicada a las 6 h. No hace falta decir que el dial carece de cualquier otro elemento, funcional o decorativo, más allá de la brillantina, en línea con la voluntad de Mosset de reducirlo todo a su esencia.
La caja, de 42 mm de diámetro, está elaborada en acero, con un tratamiento de chorro de arena y un recubrimiento PVD de color negro mate, y destaca por sus formas suaves y redondeadas. Cuenta con un cristal de zafiro convexo con tratamiento antirreflejos en ambas caras, y con una discreta corona, grabada con unas sutiles estrías en el lateral –también redondeado– y con el logotipo de la firma en la cara superior.
El fondo ofrece algunas informaciones sobre el reloj –la marca, el país de fabricación, la hermeticidad de 50 m, su condición de edición limitada, etc.–, y cuenta con una gran ventana central de cristal de zafiro que deja a la vista el calibre automático Sellita SW266-1, encargado de hacer funcionar el reloj. Dotado de 31 rubíes, este calibre late con una frecuencia de 28.800 alternancias por hora, equivalentes a 4 Hz, y ofrece una reserva de marcha aproximada de 38 horas.
Esta edición especial se ofrece con dos correas negras de piel de becerro Baranil, con pespunte tono sobre tono y forro interior de becerro, una de las cuales incorpora la firma del artista. En ambos casos, están dotadas de un sistema de intercambio rápido y de un cierre de hebijón elaborado en acero con recubrimiento PVD negro.
Cada uno de los 178 ejemplares del reloj se entrega con un sello rojo con la irónica leyenda “obra de arte – no llevar puesta”.
Más información en: louiserard.com