Louis Vuitton
Tambour Ópera Autómata
Redacción


El Tambour Ópera Autómata en estado de reposo (izquierda) y con la animación en marcha (derecha) para mostrar la hora.
En 2021 Louis Vuitton obtuvo el premio Audacity del Grand Prix d’Horlogerie de Genève con su modelo Tambour Carpe Diem, un moderno y macabro “jacquemart” creado para recordarnos que la vida es finita y hay que vivir al día. Dos años más tarde, la firma ha hecho una nueva incursión al mundo de los relojes con autómatas para rendir homenaje a la Ópera de Sichuan y a sus célebres cambios de cara.
Con el nuevo Tambour Ópera Autómata, los profesionales de La Fabrique du Temps de Louis Vuitton han querido reflejar la estética y la expresividad del Bian Lian, la técnica que permite a los actores de la ópera cambiar de máscara en décimas de segundo. Para ello, la calavera y la serpiente del modelo anterior han sido sustituidos por una colorida máscara y un tradicional dragón chino elaborado en oro rosa. Además, la escala de minutos se ha situado sobre un abanico, un elemento esencial en el Bian Lian, puesto que permite ocultar el rápido cambio de máscara de modo que dé la impresión de una transformación mágica.
Al igual que sucedía con el Carpe Diem, la indicación horaria solamente se produce al activar el mecanismo del autómata, que incorpora hasta cinco animaciones. Cuando se presiona el pestillo situado en la carrura del reloj, a las 2 horas, la cabeza del dragón se desplaza para dejar a la vista el numeral de las horas saltantes, situado en la frente de la máscara, mientras que su cola nos ofrece la indicación de minutos, cuyos numerales se han ubicado sobre la superficie de un vano rojo. Paralelamente, la expresividad de la máscara cambia completamente: las cejas fruncen el ceño, un párpado se cierra sobre el ojo izquierdo, mientras en el derecho aparece una flor Monogram, y la barbilla se mueve para revelar una expresión de tristeza. La indicación horaria, cuya animación dura 16 segundos, se complementa con un indicador de la reserva de marcha inspirado en el reloj de arena del Carpe Diem, pero que en esta ocasión toma forma de calabaza.

Imagen oblicua del reloj que permite admirar la sofisticación de la caja de la colección Tambour, así como la intrincada decoración del pestillo que pone en marcha la animación del autómata.
Los elementos propios de la cultura china se han combinado en la esfera con símbolos de la marca, como el patrón de lona y las flores Monogram que decoran el fondo negro de la esfera. La máscara, elaborada en esmalte “cloisonné” blanco, rojo y negro con hilos de oro blanco, es obra de la maestra esmaltadora Anita Porchet, que ya trabajó en el Carpe Diem. También repite el grabador suizo Dick Steenman, autor del espectacular dragón de oro rosa con ojos de rubí y de la calabaza que ofrece la reserva de marcha. El abanico, símbolo de sabiduría y autoridad, está elaborado con la técnica del esmaltado en “champlevé”, consistente en vaciar parte de la superficie y rellenar los espacios creados con pigmento. Esta técnica le confiere una gran profundidad y hace que cambie de tono según el ángulo en el que la luz incide sobre su superficie.
Para este reloj, Louis Vuitton ha vuelto a recurrir a su caja más emblemática, cuya característica forma de tambor da nombre a la colección. Está elaborada en oro rosa de 18 k y presenta unas contundentes medidas de 46,8 por 14,42 mm de grosor. Igual que su predecesor en el ámbito de los relojes con autómatas, el pestillo situado en la carrura reproduce uno de los elementos de la esfera; en este caso, el dragón imperial. Es una manera sutil y elegante de anunciar su función, puesto que este animal es el responsable de ofrecer, con su movimiento, la indicación de la hora y los minutos retrógrados. Como su análogo en la esfera, presenta el cuerpo recubierto de escamas en volumen y sus ojos son dos rubíes. La corona, situada a las 4 horas, recupera la decoración del abanico y está rematada por otro rubí. Como no podía ser de otra manera, tratándose de un Tambour, la parte más frontal de la carrura ha sido grabada con las 12 letras que forman el nombre “Louis Vuitton”. El cristal de zafiro que protege la esfera ha sido dotado de un tratamiento antirreflejos para garantizar la perfecta visión de los autómatas, y presenta una forma ligeramente abombada.


La máscara ha sido elaborada en esmalte “cloisonné” por la prestigiosa maestra esmaltadora Anita Porchet.
En el interior de la caja encontramos, de nuevo, el calibre de carga manual LV 525, desarrollado y ensamblado por los ingenieros y relojeros de La Fabrique du Temps Louis Vuitton. Está formado por 426 componentes (con 50 rubíes), que dan buena cuenta de su complejidad, y ofrece una estimable reserva de marcha de 100 horas. Su órgano regulador late con una tranquila frecuencia de 21.600 alternancias por hora, que se adapta perfectamente a las necesidades del reloj.
Visible a través del cristal de zafiro que protege el fondo, presenta un acabado perlado en la platina y unas elegantes Côtes de Genève en los puentes. Como detalle, cuenta con un segundo nivel de puentes que reproducen la máscara de la esfera, en este caso, en negro y rodiado.
Unida al reloj por dos grandes asas de una sola pieza, la pulsera está elaborada en piel de aligátor de color negro, y se ciñe a la muñeca mediante un cierre desplegable de oro rosa de 18 k, decorado con seis rubíes de talla cabujón.