Desde 1839 la manufactura Patek Philippe diseña y fabrica valiosos relojes que son considerados los mejores del mundo. En el curso de su historia se le han concedido unas 70 patentes correspondientes a sus propios inventos, y fue precisamente una invención la que unió en su día al fundador de una compañía de relojes, Antoine Norbert el joven inventor Jean Adrian Philippe. Antoine Norbert de Patek era un emigrante polaco que acabó en Francia tras la insurrección de 1830, donde comenzó trabajando en una imprenta. Luego partió hacia Ginebra y fue estudiante del famoso pintor A. Calame. Allí conoció a su esposa, con la que tuvo tres hijos, y enseguida entró en el mercado de relojes, apreciando la belleza y el potencial que ofrecían los relojes de alta calidad. Ya en Ginebra fundó una compañía de relojes en mayo de 1839, junto a su compatriota Czapek, que se llamó Patek, Czapek & Co.
Czapek era un habilidoso relojero con una excelente formación y en la pequeña tienda que montaron ambos se producían casi doscientos relojes al año con media docena de trabajadores. Durante una exhibición en París en 1844, Patek quedó maravillado por la invención de un moderno mecanismo de remonte y puesta en hora por la corona sin la llave, y decidió visitar al joven inventor parisino que había creado este mecanismo único, Jean Adrian Philippe. Philippe nació en 1815, en una pequeña localidad del departamento francés de El Loira. Hijo de un relojero de gran talento, decidió ir a Londres a perfeccionar sus conocimientos. Posteriormente reunió dinero y se fue a París, donde junto a otro joven relojero logró montar una fábrica de relojes en Versalles.
Antoine Norbert de Patek ofreció un puesto de director técnico en su fábrica de Ginebra al joven Philippe, y en 1845, cuando el contrato con Czapek expiró, la fábrica pasó a llamarse Patek & Co. En 1851, Jean Adrian Philippe se casó con Marie Anne Bailly, con quien tuvo cinco hijos, y ese mismo año la firma Patek & Co. cambió su nombre por el de Patek Philippe & Co. Los dos relojeros fundadores de la compañía escogieron un lema que todavía permanece en la marca: “Crear los relojes más hermosos del mundo”.
En la exposición internacional de París de 1867, Patek Philippe presentó los primeros relojes complicados dotados de algunas funciones revolucionarias, como el calendario perpetuo, la repetición de minutos y el cronógrafo ratrapante. En 1876 Vincent Gostkowski dejó la compañía como socio y tres empleados se incorporaron a la firma. Eran los ginebrinos Albert Cingria y Gabriel Marie Rouge, junto al alemán Edouard Köhn. Tras la muerte de Antoine Norbert de Patek en 1877, el yerno de Adriane Philippe, Joseph Antoine Bénassy- Philippe, tomó las riendas de la dirección de Patek Philippe, mientras que Léon de Patek, hijo de Antoine Norbert de Patek, permaneció como un silencioso compañero. La repentina muerte de la esposa de Jean Adrian Philippe en 1892 afectó gravemente su salud, y murió dos años más tarde.
La marca evolucionó y a principios del siglo XX aparecieron las primeras Grandes Complicaciones. Dos americanos, James Ward Packard y Henry Graves Jr., pidieron a Patek Philippe la creación del reloj más complicado del mundo, y de esta forma nacieron en 1916 la pieza Packard, con 15 complicaciones, y en 1932 el reloj Graves, con 24 complicaciones. El reloj de bolsillo Graves cuenta con el récord absoluto de reloj más caro del mundo, ya que fue subastado en 1999 en Nueva York por más de 11 millones de dólares.

Frente del reloj Graves con 21 complicaciones.
El 1 de febrero de 1901 fue fundada la “Antigua Manufactura de Relojería Patek Philippe & CIE., S.A.”. Tras la crisis económica de 1929, la fábrica pasó a manos de los hermanos Charles y Jean Stern, que hasta entonces habían sido propietarios de la “Fábrica de Esferas Hermanos Stern”. Actualmente la empresa aún conserva la marca de la familia Stern, ya que Philippe Stern, su actual presidente y director general, es la tercera generación de la familia que permanece en la marca. Su padre, Henri Stern, construyó el edificio de la Jonction a principios de los años 60, mostrando el ejemplo a su hijo, quien había de construir la manufactura Plan-les Orates 30 años después.
Otro personaje importante en la historia de Patek Philippe fue Jean-Pierre Musy, un ingeniero cuyo enfoque de la relojería se caracterizaba por la técnica pura, que abrió nuevas perspectivas para la empresa a principios de los años 80. Dirigió el equipo del Calibre 89, creando un lazo entre la manufactura que caracterizaba a los relojeros, y los ordenadores, que actualmente son indispensables para la creación de los relojes. La búsqueda de la perfección llevó a la marca a su apogeo en el año 1989 con la creación del calibre 89, el reloj portátil más complicado del mundo con 33 complicaciones. Fueron necesarios cinco años de desarrollo y cuatro de fabricación para reunir los 1728 componentes de su movimiento mecánico.
El Calibre 89 es un claro reflejo de los ideales de la firma: por una parte el respeto por la tradición relojera, que perpetúa métodos artesanales ancestrales, y por otra, un precursor de la relojería más moderna y tecnológica.
Las instalaciones de Patek Philippe
Uno de los primeros establecimientos que cubría las necesidades de la firma fue el que alquilaron en el Grand Quai de Ginebra. En el año 1876, Patek Philippe compró el edificio, que fue demolido y uno nuevo fue erigido en el mismo lugar. La sede central de la rue du Rhône perteneció a la sociedad desde 1890. Era un modelo de arquitectura moderna de principios de siglo XX, y el edificio fue dotado de instalaciones técnicas de las más perfeccionadas de la época.
En 1957, el edificio se reformó y la inauguración de la nueva y ultra-moderna construcción se hizo coincidir con el 125 aniversario de Patek Philippe. En 1991, Stern encontró un terreno en Plan-les-Ouates, y la construcción del nuevo edificio comenzó en 1993. El edificio de la rue du Rhône ofrece actualmente sus muros cargados de historia a la colección privada de Patek Philippe, donde están expuestas algunas de las más hermosas y más antiguas piezas de su producción.

Reloj mural del hall recibidor de la manufactrura de Patek Phillipe, Ginebra.
La filosofía de la marca
El relevo es especialmente importante en el oficio de relojero. A principios de los años 70 la relojería sufrió una terrible crisis que hizo desaparecer cerca de 60.000 empleos en esta rama. Patek Philippe resolvió el problema de la falta de relevo entre los relojeros cualificados organizando un programa de formación de aprendices relojeros, teniendo en cuenta que hacen falta más de cuatro años de escuela y otros tantos de práctica real para alcanzar la habilidad necesaria para la creación y fabricación de las piezas.
Aunque la formación atañe al aspecto técnico del reloj, también aborda su aspecto filosófico, ya que en Patek Philippe un reloj es tanto cuestión material como sentimental. Además de la relojería, la vocación de la manufactura llevó a Patek Philippe a transmitir ciertos oficios relojeros más específicos y olvidados, como son el grabado y el esmaltado. Esta vocación de perfección y de independencia ha caracterizado a Patek Philippe, siendo una marca que perdura más allá del tiempo que materializa. La tarea principal de la construcción de los relojes Patek Philippe consiste en una continua innovación que engloba tres aspectos esenciales: el incremento constante de la fiabilidad del mecanismo, que implica asegurar su buen funcionamiento a largo plazo, la investigación de nuevos productos y el perfeccionamiento permanente de los métodos de fabricación.
La innovación forma parte de la cultura empresarial de la marca, y se refleja especialmente en la variedad y la complejidad de su oferta. Aunque Patek Philippe produce un número limitado de relojes al año (20.000), dispone actualmente de 17 calibres básicos, que se declinan en unas 40 referencias de mecanismos distintos en combinación con sus mecanismos adicionales.
Estos 40 mecanismos comprenden 7000 componentes distintos. Cada año la marca lanza al mercado nuevos modelos. El desarrollo de las piezas consiste en concebir nuevos mecanismos, dispositivos o módulos adicionales, que aportan nuevas funciones al reloj, destinados a completar las colecciones y a perfeccionar los productos en términos de eficacia. Siendo totalmente dueña de la fabricación de componentes, la marca tiene la posibilidad de establecer sus propios criterios de calidad.
Los relojes Patek Philippe son creados con un diseño clásico que puede ser transmitido de una a otra generación, pero con una tecnología de vanguardia, ya sea para las pequeñas series de una pieza o las de cientos de piezas por modelo. Los relojes Patek Philippe se distinguen por su innovadora perfección y exclusividad. Se trata de todo un mundo de genialidad que refleja un espíritu que no cesa de innovar.
Este artículo ha sido publicado en el número 2 de la revista Máquinas del Tiempo.