El calibre con función de cronógrafo 4130 de Rolex no sólo es el más complejo desarrollado y manufacturado por la firma ginebrina, sino que además es su primera gran complicación. Si a ello unimos que equipa un modelo tan emblemático como el Daytona, entenderemos que nos encontramos ante un verdadero icono, avivado si cabe por la política de restricción en la entrega de este modelo desde que, en el año 2000, empezó a equiparse con el citado calibre.

Atrás quedaron los calibres Valjoux o El Primero de Zenith con los que Rolex equipó sus modelos con cronógrafo en el pasado. Con la incorporación del 4130, Rolex pasó a disponer de movimientos manufactura en todos sus modelos actuales.

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Características principales del 4130

El 4130 es un calibre con función cronográfica y distribución tricompax: a las tres horas se sitúa el contador de treinta minutos del cronógrafo; a las seis horas, el segundero horario; y a las nueve horas, el contador de doce horas del cronógrafo. La aguja cronográfica -o trotadora- de los segundos es central, así como las agujas horarias de hora y minutos. El movimiento tiene un diámetro de 30,5 milímetros y una altura de 6,5, y está equipado con 44 rubíes.

El conjunto volante/espiral late a 28.800 alternancias por hora -es decir, oscila con una frecuencia de 4 Hz-, lo que permite una medición cronográfica precisa hasta 1/8 de segundo. El ajuste de la variación de marcha se realiza actuando sobre los tornillos situados en el volante, los clásicos Microstella de Rolex. La espiral es de oscilación libre del tipo Parachrom y dispone de curva terminal tipo Breguet. El puente del volante es transversal, de modo que cuenta con dos puntos de apoyo. Un único barrilete proporciona al reloj una reserva de marcha de hasta 72 horas.

El calibre automático 4130 se carga a través de un rotor central con cojinete a bolas. Las funciones del cronógrafo se distribuyen a partir de una rueda de pilares, mientras que la conexión entre el rodaje horario y el cronográfico se realiza mediante un sistema de embrague de fricción vertical.

El diseño y desarrollo de un movimiento mecánico con función de cronógrafo es complejo y requiere una notable experiencia y un conocimiento al alcance de pocos. No hay que perder de vista que se trata de una función que interactúa con el usuario, por lo que el movimiento debe estar siempre listo y preparado para su accionamiento.

En el caso del 4130, Rolex ha escogido soluciones óptimas para cada uno de los requisitos que requiere un movimiento con estas prestaciones y características. Además, su diseño es modular: el sistema de remonte automático tiene su propio puente, así como el cronográfico. Esta estructura facilita las labores de mantenimiento y reparación del calibre.

Otra curiosidad de su concepción técnica es que el contador de horas del cronógrafo está situado en el mismo módulo del cronógrafo y no en la parte de la esfera. Con ello se han arañado algunas décimas de milímetro al grosor total del calibre. También se ha optimizado, de manera general, la disposición de todo el reloj, con lo que se ha ganado un espacio extra que se ha utilizado en dotarlo de un barrilete de mayor tamaño para aumentar la reserva de marcha del movimiento.

La ventaja de tratarse de un calibre de nueva creación es que se han podido incorporar las últimas tendencias en cuanto a construcción y concepción mecánica.

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Rotos con cojinete a bolas

Es una primicia en Rolex el uso de un cojinete a bolas como sistema de apoyo y giro del rotor. Aunque no se trata de realizar una comparación pormenorizada entre este sistema y el que hasta la fecha se usaba en los calibres 3xxx, es interesante ver sus diferencias para darse cuenta de los cambios de concepción de diseño que se produjeron de uno al otro:

Los calibres actuales de la serie 3xxx incorporan un sistema de rubí como forma de apoyo del rotor en su giro. Dicho sistema ha hecho correr bastantes ríos de tinta -y también bastante cientos de bits-, ya que había quien lo señalaba como un elemento “débil” por el desgaste que sufría tanto el eje como el mismo rubí. Nada grave, si se realizaba el correspondiente mantenimiento, ya que eran piezas susceptibles de cambio sin mayores
problemas.

En el 4130, Rolex optó por el sistema de cojinete de bolas como apoyo del giro del rotor, bastante más extendido en la actualidad con independencia de la gama y calidad de los relojes. Los cojinetes a bolas aportan mejor apoyo y menor fricción, si bien el de rubíes es más suave y silencioso. Otra diferencia entre ambos sistemas está en el rotor: a pesar de que ambos tienen la misma estética y construcción, el del 4130 es más ligero -aunque de mayor tamaño- que el de la serie 3xxx.

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El Oyster Perpetual Cosmograph Daytona Platinum, presentado este año en Basilea, cuenta con el calibre 4130.

Repartir las funciones del cronógrafo

Hay dos sistemas básicos de activación de las diferentes funciones del cronógrafo: mediante levas o mediante rueda de pilares. La rueda de pilares era la más habitual en los primeros relojes con esta función; sin embargo, era un sistema delicado y que requería un buen dominio de la técnica. Además, era un elemento caro y complicado de construir.

Posteriormente se ideó el sistema de levas. Éste era más sencillo, económico y no requería tanta especialización. En la práctica, ambos sistemas ofrecen resultados similares, si bien hay cierta predilección por la estética de la rueda de pilares, y como mucho se podría decir que la direccionalidad del movimiento de las diversas palancas es más suave y armoniosa. En el caso del 4130, como no podía ser de otra forma, Rolex optó por una rueda de pilares: una solución estéticamente más refinada y que manifiesta el dominio de la mecánica relojera. La rueda de pilares está compuesta por una rueda dentada inferior, sobre la que se sitúan siete pilares. Así como los pilares son perfectamente simétricos respecto a su eje longitudinal, el dentado de la rueda inferior está inclinado como si de un garfio se tratara.

El tornillo que sujeta la rueda de pilares tiene más de una ranura, una sutil manera de recordar, en relojería, que gira al revés de los tornillos normales (es decir, que se enrosca a izquierdas). El motivo es sencillo: la rueda de pilares gira también hacia la izquierda, de modo que la tendencia natural del tornillo es la de mantener su presión a cada acción de la rueda de pilares.

Este artículo ha sido publicado en el número 48 de la revista Máquinas del Tiempo.

Por Ernest Valls.

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