Presentado durante la feria de Baselworld de 2016, el TAG Heuer Carrera, con su flamante calibre Heuer-02T, conjuga dos facetas presentes en el ADN de la firma suiza: el lujo y la exclusividad que le confiere su tourbillon, y el dominio de la tecnología de altas prestaciones del cronógrafo.

TAG Heuer Carrera Heuer-02T

TAG Heuer Carrera Heuer-02T

No hay la menor duda de que si hablamos de lujo hemos de citar a LVHM Moët Hen­nessy Louis Vuitton SE, uno de los conglo­merados más prominentes de este singu­lar sector. En él encontraremos, desde los clásicos y conocidos champagnes Moët & Chandon y Dom Pérignon —el favorito del legendario agente 007—, hasta artículos de Dior o perfumes de Loewe, pasando por las telas italianas de Loro Piana y, cómo no, firmas relojeras tales como Bulgari, Chaumet—con un componente más estético— y otras como Hublot, Zenith y, por supuesto, TAG Heuer, demayor peso en el ámbito técnico.

Tampoco pasa desapercibido que en los últimos años las marcas relojeras del grupo han dado mues­tras de un renovado afán por la superación y el dominio de la técnica relojera. Los recientes mode­los Ferrari de Hublot, sin olvidar el extraordinario Anticitera o el Big Bang Meca 10; la gama Octo de Bulgari, cuyo modelo esqueleto aparece en la com­parativa de este mismo número; o el Mónaco V4 de TAG Heuer, así como los recientes calibres crono­gráficos de la firma, son una muestra del camino que ha tomado el grupo en su deseo de unir al lujo ese plus de la técnica relojera más exclusiva.

El TAG Heuer Carrera Heuer-02T es uno de los exponentes de este camino en el que se unen en singular armonía el refinamiento del sistema de re­gulación mediante tourbillon y la función técnica por excelencia que supone el cronógrafo.

ESTÉTICA “MADE IN” TAG HEUER

Los modelos Carrera, presentados a mediados de 1964, supusieron la segunda colección de cronógra­fos de Heuer tras los Autavia —acrónimo de “AUTo-AVIAción”, en alusión a los ámbitos de negocio de la firma: el mundo del motor y los instrumentos para la aviación militar— que habían nacido apenas dos años antes. El propio nombre del reloj, referencia a la Ca­rrera Pan Americana, la más peligrosa de los años 50, define perfectamente el imaginario colectivo de aven­tura, peligro y heroísmo que inspiró a Jack W. Heuer en su desarrollo. Los Carrera se caracterizaron tam­bién por su elegancia dentro de la simplicidad y por la buena legibilidad de las indicaciones que ofrecían.

Este nuevo modelo mantiene la estética de líneas rectas y contornos angulosos iniciada medio año an­tes con el TAG Heuer Carrera con calibre Heuer-01. La caja está elaborada en titanio, tiene un diámetro de 45 milímetros —por lo que deberán abstenerse quienes quieran que su reloj pase desapercibido— y ofrece una construcción modular.

El reloj se presenta en dos versiones: el BlackPhantom, en edición limitada de 250 piezas numera­das, de la que destacan los diferentes tonos de negro que ofrece el conjunto; y la versión no limitada, en la que el negro contrasta con el gris metálico.

A pesar de ser una pieza de alta relojería con fun­ción de cronógrafo automático y sistema de regu­lación por tourbillon, ofrece un precio sumamente competitivo: 15.000 CHF para la versión estándar y 19.900 CHF para la edición limitada Black Phantom.

El bisel, con forma de aro, sirve de sujeción al cristal de zafiro transparente que protege la esfera e incor­pora una escala taquimétrica grabada en su superfi­cie frontal y coronada, a las doce, por la silueta del escudo característico de la marca. Presenta un acaba­do satinado de trazos circulares muy marcados, salvo su estrecho lateral, que tiene un acabado pulido. Si se observa de forma detenida, se puede apreciar la junta que separa el bisel de la carrura. La carrura, de líneas rectas, ofrece el mismo acabado satinado de trazos circulares que el frontal del bisel.

Las asas, independientes de la carrura, son rectas y presentan formas angulosas con un acabado satinado de trazos rectos, si bien sus ángulos se han pulido de forma que las superficies que la componen quedan perfectamente delimitadas y definidas. Los pulsado­res de las funciones del cronógrafo son totalmente funcionales: grandes, de tipo botón y con el mismo acabado que el resto de la caja: superficies satinadas y cantos pulidos. La corona, que debido a sus gene­rosas dimensiones no pasa precisamente desaper­cibida, presenta unas muescas en su contorno, que son las que le confieren un particular ranurado. En su frontal se puede apreciar el escudo de la marca en relieve.

El fondo, sujeto a la carrura mediante cuatro tor­nillos, incorpora un cristal de zafiro transparente en su zona central, a través del cual se puede obser­var el calibre Heuer-02T. El conjunto de la caja ofre­ce una hermeticidad de 100 metros, equivalente a 10 atmósferas.

Reverso del calibre Heuer-02T de carga automática, basado en el calibre CH-80 de 2014

Reverso del calibre Heuer-02T de carga automática, basado en el calibre CH-80 de 2014

UNA ESFERA CON DIFERENTES NIVELES

La esfera ofrece una singular simetría hasta en el más mínimo detalle salvo, lógicamente, por el giro conti­nuo de la caja del tourbillon volante, con sus tres bra­zos a modo de aspas. Dispone de dos contadores en posición bicompax: a las tres horas, el contador de 30 minutos; y a las nueve horas, el contador de 12 horas.

A las doce horas encontramos el escudo caracterís­tico de TAG Heuer, debajo del cual asoma la tapa del barrilete, perfectamente disimulada por la decoración, que alterna el acabado satinado de la superficie con el acabado arenoso de las figuras grabadas. En el exterior de la esfera, un delgado aro sirve para la lectura de los segundos y fracciones de segundo de la aguja trotado­ra central. Hay tres marcas de división entre los segun­dos, como corresponde a un movimiento que oscila a 4 Hz y, en consecuencia, puede dividir los segundos en ocho intervalos. Los índices horarios, de marcada forma técnica y con acabados pulidos, satinados y de chorro de arena, están aplicados sobre un esqueleto circular que sirve de nexo de unión a los diferentes elementos que conforman la esfera. En las aberturas se puede distinguir una superficie con un tono más claro y con un dibujo en forma de ranuras.

Las agujas centrales de horas y minutos tienen un acabado pulido en sus laterales ligeramente incli­nados. La parte central, plana, presenta un acabado satinado con chorro de arena salvo en las abertu­ras, que se han recubierto de material luminiscente.

Dichas aberturas están separadas en dos partes: una rectangular y otra con forma de escudo —el logotipo de la firma— en su extremo. La aguja tro­tadora, de los segundos del cronógrafo, es un fino estilete con un contrapeso en forma de cola de hal­cón. Las agujas de los contadores de horas y mi­nutos son planas y tienen un tono más claro para garantizar una buena legibilidad.
A las tres horas se puede leer el nombre del mo­delo y del calibre, mientras que a las nueve horas en­contramos una referencia a su función principal y a la certificación de cronómetro expedida por el cosc.

EL CALIBRE HEUER-02T

Versión stárdard del TAG Heuer-02T, reconocible por sus asas de color gris metálico

Versión stárdard del TAG Heuer-02T, reconocible por sus asas de color gris metálico

El movimiento que da vida a este singular modelo es el calibre Heuer-02t. Toma como calibre base el ch-80 (inicialmente bautizado como “1969”, aunque ese nombre le duró unos pocos meses), presentado en 2014 tras la polémica que suscitó unos años an­tes el calibre 1887. Polémica por los ríos de tinta que corrieron en la época debido a que se trataba de un calibre desarrollado por Seiko Instruments Inc, como bien reconoció Jean-Christophe Babin, ceo de TAG-Heuer. Precisamente este es el calibre que equipa el “hermano menor”, el Carrera Heuer-01.

El Heuer-02 t es un movimiento de cuerda au­tomática mediante rotor central soportado por un cojinete a bolas. El rotor es totalmente singular, ya que en lugar de tener forma de semicírculo, forma un círculo completo, si bien se ha vaciado y esque­leteado, y su mitad inferior se ensancha con un bisel inclinado. Es una forma lógica para dotar de un cen­tro de gravedad definido que permita su oscilación ante cualquier movimiento de la muñeca.

Como elementos principales del cronógrafo, incor­pora una rueda de pilares, encargada de repartir el movimiento a las diferentes palancas que activan el arranque, paro y puesta a cero de la aguja trotadora y de los contadores de horas y minutos; y sistema de embrague de tipo vertical, con lo que se consigue un suave y preciso arranque de la trotadora, un detalle apreciado por los entusiastas de este tipo de relojes.

Su conjunto volante/espiral, integrado en el tourbillon, late a unas rápidas y modernas 28.800 alternancias por hora, por lo que tiene una fre­cuencia de oscilación de 4 Hz y permite, como ya hemos comentado, realizar cómputos de 1/8 de segundo. La espiral es plana, de oscilación libre y está fabricada por Atokalpa.

Resulta bastante inédito que una firma relojera exponga tan claramente este tipo de informacio­nes, si bien es de agradecer par a los aficionados a la relojería. Atokalpa no es tan desconocida como pueda parecer, ya que está integrada en SFF (si­glas que corresponden a Sandoz – Fondation de Famille), que en su apartado relojero cuenta con la firma Parmigiani Fleurier, entre otras. Está ubicada en la localidad de Alle, en pleno Jura Suizo, y se ha especializado en el estudio, concepción y realiza­ción del conjunto volante/espiral, del áncora y rue­da de escape; en definitiva, del órgano regulador.

El ajuste de la variación de marcha del reloj se realiza a través de cuatro cabezas locas (masselottes) situadas en la intersección de los brazos del volante con la llanta del mismo. Se ha optado por un sistema antichoques tipo KIF para proteger los pivotes del eje del volante.

Su único barrilete, situado estratégicamente a las doce horas, en alineación con el eje del tourbillon, le proporciona una más que razonable reserva de marcha de 65 horas.

Este artículo ha sido publicado en el número 67 de la revista Máquinas del Tiempo.

Por Ernest Valls

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