Como en tantas ocasiones a lo largo de la relojería, el nacimiento de Vacheron Constantin es fruto del esfuerzo de un joven y emprendedor relojero suizo. En este caso fue Jean-Marc Vacheron quien, en 1755, decidió abrir su propio taller en Ginebra. 15 años después, la manufactura incorporaba sus primeros relojes con complicaciones.
Siendo aún una pequeña empresa familiar, Vacheron pasó a manos del hijo de Jean-Marc, Abraham, quien tuvo que hacer frente a las convulsiones sociales y económicas derivadas de la Revolución Francesa. El verdadero salto cualitativo de la manufactura se produjo unos años más tarde, a partir de 1810, cuando Jaques-Barthélemy Vacheron, nieto del fundador, se hizo cargo de la misma.
Fue él, por ejemplo, el responsable de las primeras exportaciones de Vacheron a Francia e Italia. En 1819, y ante la necesidad de expandir la marca más allá del continente europeo, Jaques- Berthélemy decidió asociarse con el hombre de negocios François Constantin. A partir de ese momento, la empresa pasó a denominarse Vacheron & Constantin. La entrada de Constantin permitió dar fue importante, tanto por su capacidad en el mundo de los negocios, como por su mentalidad, que refleja perfectamente una frase que escribía, el 5 de julio de ese mismo año, en una carta dirigida a Jaques-Barthélemy, y que aún hoy es el lema de la empresa: “Faire mieux si possible ce qui est toujours possible” (hacerlo mejor si es posible, y siempre es posible).
Otro momento importante en la historia de Vacheron Constantin se produjo en 1839, con la incorporación de George-Auguste Leschot como ingeniero de producción. Leschot revolucionó las técnicas de producción relojera, desarrollando varias herramientas que la facilitaban significativamente, a la vez que permitían mejorar la precisión y reducir los costes. Gracias a esta evolución, Vacheron Constantin se convirtió en pionera en la fabricación en serie de muchos componentes que, hasta la fecha, tenían que ser elaborados uno a uno.
En 1862, Vacheron Constantin se convirtió en miembro de la Asociación para la Búsqueda de materiales no magnéticos. Su trabajo en este campo se materializaría en 1885 con la creación del primer reloj realizado con metales capaces de soportar campos magnéticos, como paladio, bronce u oro.
En 1877 se oficializó “Vacheron & Constantin, Fabricants, Genève” como nombre oficial de la compañía. Tres años más tarde, ésta adaptó la cruz de Malta como símbolo. El diseño está basado en una de las piezas del barrilete. A lo largo de estas tres décadas de finales de siglo, tan activas para Vacheron & Constantin, la manufactura empezó a obtener el reconocimiento general por la calidad de sus piezas. En 1872 ya había ganado sus primeros premios en un concurso de precisión para relojes organizado por el Observatorio Astronómico de Ginebra, y en 1896, recibió una medalla de oro por sus logros técnicos, en la Exposición Nacional Suiza, celebrada también en Ginebra.
En 1906 se inauguró en Quai de l’Ile, en el mismo corazón de Ginebra, la primera boutique Vacheron & Constantin. La creación de una de las piezas más valiosas de la marca, un reloj de bolsillo realizado a petición del rey Faruq de Egipto que tardó cinco años en ser acabado, fue el preludio de una etapa dura para la Vacheron & Constantin, provocada por la Gran Depresión, y que trajo una importante reducción de sus ventas. La situación requirió que Charles Constantin se hiciera cargo de la empresa, en 1936. Habían pasado casi 90 años desde la última vez Vacheron & Constantin tuvo como presidente a un miembro de la familia Constantin.
Superada la crisis internacional y la Guerra Mundial, Vacheron & Constantin pudo celebrar sus dos siglos de existencia con la fabricación de otra de sus grandes obras de ingeniería: uno de los relojes más planos jamás realizados, con un calibre de sólo 1,64 mm. El mismo año, la empresa tuvo el honor de elaborar, a petición de varias personalidades de la ciudad de Ginebra, cuatro relojes de pulsera para regalar a los representantes de las cuatro potencias vencedoras de la Guerra, en motivo de una conferencia celebrada en la ciudad.
Durante las últimas décadas del siglo XX surgieron algunas de las piezas más significativas de la marca. En 1972, Vacheron Constantin (dos años antes había perdido el símbolo “&” del nombre) presentó un reloj de pulsera de diseño revolucionario, que le valió el “Diplôme du Prestige de la France”, uno de los más prestigiosos y ambicionados reconocimientos del sector. Fiel a su fama de exclusividad, Vacheron Constantin ha realizado históricamente algunas de las piezas más caras del mercado. En 1979, por ejemplo, creó el que se considera actualmente el reloj con un precio de venta más elevado, el Kallista, valorado entonces en cinco millones de dólares, y cuyo precio en el mercado superaría hoy en día los 11 millones.

Tour de I’lle, probablemente el reloj con más complicaciones del mundo.
En 1994, la firma quiso conmemorar los 400 de la muerte de Gerhard Kremer, más conocido como Mercator, con la creación de dos modelos producidos en serie limitada que incluían en sus esferas la famosa representación de la tierra del cartógrafo.
En 1996, Vacheron Constantin se incorporó al grupo Richemont. En los últimos años, la empresa ha inaugurado su nueva sede y una nueva manufactura, situada en Plan-les-Ouates, en Ginebra. Además, en 2004 se reestructuró la sede histórica de la marca, la “Maison Vacheron Constantin”, que incluye una boutique exclusiva, un espacio patrimonial y el cabinotier, un taller de maestros relojeros dedicado a los oficios del mundo de la relojería.
2005 fue un año especial para Vacheron Constantin, que celebraba un cuarto de milenio de fabricación ininterrumpida de relojes. Por ello, la firma creó la pieza Tour de l’Ile, probablemente el reloj de pulsera más complejo del mundo, con una combinación de 16 complicaciones relojeras y de indicaciones astronómicas, de la cual existen siete ejemplares. Para cerrar el periodo de festejos, Vacheron Constantin celebró en 2006 el centésimo aniversario de su primera boutique, situada en Quai de l’Ile, en un edificio que anteriormente había sido una manufactura de la empresa, y que aún hoy sigue funcionando.
Este artículo ha sido publicado en el número 18 de la revista Máquinas del Tiempo.