ZENITH LA MANUFACTURA

Por Ernest Valls

2019 fue un año especial para Zenith: celebraba los 50 años de El Primero, el primer cronógrafo automático integrado en la historia de la relojería. Un momento perfecto para visitar la manufactura y mantener una conversación con Julien Tornare, CEO de la compañía desde hace poco más de dos años.

La manufactura de Zenith se alza en una suave pendiente entre la Rue des Billodes y las vías del tren de la estación de Le Locle, en pleno Valle del Jura neuchâtelois. No ha cambiado de emplazamiento desde que Georges-Emile Favre-Bulle estableció, en 1865, su primer taller bajo el nombre de Georges Favre-Jacot & Cie. (Jacot era el apellido de su mujer) e inició la fabricación de ébauches (movimientos sin el órgano regulador).

El objetivo de Georges Favre-Jacot, que contaba con 22 años, era muy ambicioso: crear los relojes más precisos y fiables jamás realizados. Pronto comprendió que para ello tenía que cambiar por completo el établissage, que era el proceso de producción relojera implantado en el Valle del Jura. Por aquel entonces, los artesanos relojeros trabajan dispersados en pequeños talleres o en su propio domicilio, sin apenas contacto entre unos y otros. No era su trabajo principal, sino que lo hacían en la época invernal, cuando los caminos estaban cubiertos por la nieve. Estos artesanos entregaban su trabajo al éstablisseur, que era quien se encargaba de ensamblar las diferentes piezas y conformar todo el reloj listo para la venta. Georges Favre-Jacot se inspiró en los métodos productivos estadounidenses de la Waltham Watch Company, que había revolucionado la fabricación industrial de relojes al construir piezas con una precisión que permitía el intercambio entre ellas, algo complicado de obtener con un sistema de établissage. Fruto de esta visión fue la construcción, en 1881, del primer edificio, de grandes dimensiones, con amplios ventanales, donde aglutinaría todo el proceso de fabricación: desde las platinas hasta las cajas y las esferas, de forma que el reloj saliera completamente ensamblado y listo para ser usado por el cliente; algo inédito en el mundo relojero de la época y que supuso el nacimiento de la primera manufactura tal como la entendemos hoy en día. Desde entonces, el prestigio y la fama de los relojes que salían de la manufactura no hicieron más que crecer, y la compañía fue atesorando un premio tras otro.

Interior de la manufactura de Zenith en Le Locle.

50 años de El Primero

El 10 de enero de 1969, durante una rueda de prensa celebrada en Le Locle, Zenith —a principios del siglo XX la manufactura pasó a tomar el nombre de uno de sus movimientos más elaborados— presentó el nacimiento de El Primero, con lo que se convirtió en la primera manufactura en lanzar públicamente un cronógrafo automático.

En 1962, Zenith había empezado a gestar la idea de lanzar un cronógrafo automático, ya que no existía ningún movimiento de esas características en el mercado en ese momento. El calibre pasó a denominarse 3019 PHC, si bien es más conocido como “El Primero”. No solo era innovador por tratarse de un calibre integrado con función de cronógrafo y remonte automático sino que, además, su órgano regulador latía a unas endiabladas 36.000 alternancias por hora, equivalentes a una frecuencia de oscilación de 5 Hz, capaz de medir hasta las décimas de segundo. En esa época eran raros los calibres que oscilaban a 4 Hz, por lo que llegar a los 5 Hz supuso toda una hazaña técnica. Tampoco hay que olvidarse de que se trataba de un calibre manufactura, es decir, desarrollado, fabricado y ensamblado bajo el mismo techo. Sin embargo el anuncio no llegó en el mejor momento de la relojería mecánica: la “crisis del cuarzo” estaba a la vuelta de la esquina.

Con tal denominación nos referimos, de forma coloquial y resumida, al impacto que tuvo sobre la tradicional industria relojera suiza la aparición de los relojes de cuarzo japoneses y su éxito sin precedentes en la década de los 7 en un mercado en el que, hasta la fecha, los suizos habían ejercido históricamente un monopolio. Hay varios datos que pueden ilustrar perfectamente la situación convulsa que se vivió: la exportación de relojes suizos pasó de su máximo histórico de más de 80.000.000 unidades a prácticamente la mitad en menos de diez años. Paralelamente, el tejido industrial relojero pasó de tener más de 1.600 empresas, con un total de casi 90.000 puestos de trabajo, a menos de 900 sociedades y apenas 47.000 trabajadores.

Zenith —que por aquel entonces formaba un grupo relojero junto a Movado y Mondia— intentó una huida hacia adelante de la mano de Zenith Radio Corporation de Chicago —la coincidencia del nombre es mera casualidad; no había relación alguna entre ambas sociedades—. En junio de 1971 se anuncia que Zenith Radio Corporation ha llegado a un acuerdo para adquirir la mayoría del grupo Zenith-Movado-Mondia. La firma de Chicago es uno de los mayores fabricantes de equipos de radio y de televisión en los Estados Unidos, con gran experiencia en la miniaturización de equipos electrónicos, circuitos integrados, transistores y cristales líquidos. Estas tecnologías jugarían un papel creciente en el cambio de paradigma relojero, ya que la nueva administración estadounidense estaba determinada a apostar por los relojes de cuarzo. Fruto de ello, en 1975 decidieron interrumpir la producción de los movimientos mecánicos y deshacerse del stock de herramientas y maquinaria necesarias para su fabricación.

Ese mismo año, Charles Vermot, un especialista en la construcción de cronógrafos que había trabajado en el desarrollo de El primero escribía una carta a la dirección de la empresa en la que expresaba el desasosiego y consternación que le producía dicha decisión, y expresaba el error que esta suponía. Ante la pasividad de la empresa a su misiva, Charles Vermot decidió actuar por su cuenta y empezó la tenaz tarea de salvaguardar las herramientas necesarias para la fabricación de El Primero. En total, logró rescatar cerca de 150 prensas, junto a una gran cantidad de herramientas, levas y planos, que escondió en el desván de la manufactura, tras lo cual decidió tapiar la entrada para que nadie las descubriera. Gracias a ello, en los años 80, Zenith —que había vuelto a manos suizas— pudo retomar la fabricación de El Primero, que sirvió de base a no pocas marcas que no disponían de un calibre de tales características. Muy probablemente, la historia de Zenith sería otra sin El Primero.

El calibre 3019 PHC El Primero, que dio vida al cronógrafo original de 1969.

“50 ans ç’est loin et ç’est pas loin”

Así nos explica Julien Tornare, CEO de Zenith desde hace algo más de dos años, uno de los momentos culminantes de la celebración del 50º aniversario de El Primero: reunir a ocho personas que estuvieron en la manufactura, junto a Charles Vermot, en la fabricación de El Primero. Convivieron con la crisis del cuarzo y también con el relanzamiento del calibre, años más tarde. El más joven nació en 1945 y el más viejo, en 1933. Julien cuenta emocionado que ellos han estado enormemente felices de salir del retiro y que para él ha sido un gran honor encontrar a esas personas y compartir con ellas y con Michel Vermot —hijo de Charles— historias que no aparecen en los libros de la marca y anécdotas que nadie conoce.

Julien Tornare nos detalla otro de los eventos emblemáticos celebrados a raíz del 50º aniversario de El Primero: la subasta de una pieza única, realizada en colaboración con Philipps en Asociación con Bacs & Russo, una de las firmas de subasta de relojes más importantes y prestigiosas a nivel internacional. Se escogió la caja original que albergaba El Primero —ref. A386, de 38 milímetros de diámetro— pero realizada en platino, un material nunca antes usado por Zenith; para la esfera se optó por el laspislázuli. La subasta tuvo lugar a principios de noviembre —después de la entrevista— y el reloj fue vendido por 250.000 francos suizos. Los beneficios se han donado a la asociación sin ánimo de lucro Zoé4life, dedicada a apoyar a los niños con cáncer y a sus familias.

Julien Tornare, CEO de Zenith.

Un buen año en cifras

2019 ha sido un muy buen año para Zenith. Julien Tornare no podía disimular su satisfacción al hacernos partícipes de los buenos resultados de la compañía, y de que todas las ediciones Revival del A386 y del A384 habían sido vendidas. Además, quiso poner énfasis en el hecho de que han sido capaces de conseguir que las ventas al cliente final —lo que se denomina el “sell out”— hayan superado en un 11% las ventas que Zenith realiza a distribuidores, detallistas y relojeros (el sell in).

Otro de los éxitos de este año ha sido el cofre especial que contenía una trilogía de modelos El Primero: una reedición fiel al primer modelo El Primero de 1969, un Chronomaster El Primero con movimiento optimizado y un Defy El Primero 21 capaz de medir hasta la centésima de segundo. Zenith ha producido sólo 50 cofres, y los pedidos han triplicado la oferta disponible. Algo perfectamente comprensible, ya que tienen un precio de 50.000 francos suizos e incluyen una vista a la manufactura.

Ya que hablamos de precios, Julien Tornare se precia de que los precios de Zenith son justos. Nos cuenta que un El Primero cuesta menos de 6.000 €. Es cierto que es dinero, pero Julien Tornare explica a los clientes que Zentih es una bella historia, que es auténtica —todas las marcas dicen que son auténticas— y que el 100% de los relojes Zenith llevan calibres Zenith, realizados en la manufactura. ¿Cuántas marcas pueden decir lo mismo hoy en día? Sólo cuatro o cinco. Julien Tornare también explica que no comparte la visión de otras marcas que, viendo que el mercado asiático es capaz de pagar cualquier precio por sus creaciones, han subido tanto los precios que han perdido el mercado local.

Cofre con la trilogía de modelos El Primero: una reedición del El Primero de 1969, un Chronomaster El Primero y un Defy El Primero.

Hay que seguir innovando

“La innovación es una manera de preservar el interés para las nuevas generaciones. Los jóvenes no quieren una industria que sea vieja, no quieren el mundo de ayer, quieren el mundo de hoy. Si usted quiere piezas vintage, las tenemos; si quiere bellas piezas clásicas, las tenemos; pero también tenemos piezas que son de hoy. En el trabajo, como marca y como industria, hay que continuar avanzando. Si uno repite el pasado, no respeta a los jóvenes. Con los actuales métodos de fabricación es fácil hacer siempre lo mismo, lo difícil es hacer cosas diferentes. La gente quiere ver que la industria es dinámica”. Así de claro presenta Julien Tornare su apuesta por ofrecer nuevas piezas y afrontar nuevos retos para seguir evolucionando y captando el interés de los jóvenes por la relojería mecánica.

Zenith produce anualmente casi 25.000 relojes, y Julien Tornare nos explica que su objetivo es crecer, pero a un ritmo regular, de manera que todos los movimientos sigan produciéndose en la manufactura de Le Locle. Y hay que hacerlo, además, sin olvidar de crear también la demanda. Si se introducen muchos relojes en el mercado, la gente va a decir que esos relojes están en todos los sitios y que no les interesan. El lujo tiene una parte de exclusividad.

También nos comenta los planes para 2020. Nos dice que habrá un nuevo diseño del Elite y una nueva estrategia para el Chronomaster. Durante este año, y con las ediciones Revival, se han dado cuenta de que la gente que quiere un El Primero no busca grandes modificaciones. En el pasado se han utilizado los Chronomaster para hacer cosas diferentes. No es su intención. El Chronomaster ha de permanecer magnífico, puro, tradicional, con innovaciones interesantes, pero manteniendo su diseño lo máximo posible. Tornare enfatiza que el valor tiene que estar en las esferas, en línea con las ediciones Revival. La línea Defy será la encargada de incorporar las “locuras”, la innovación. Defy será la start up, y las líneas Elite y Chronomaster serán las que han de mantener la bella elegancia. Además, de manera general, Zenith quiere volver al reloj femenino. Para el próximo año, la firma quiere aumentar el porcentaje de relojes para mujer. Si en la actualidad la colección se reparte entre un 75% masculinos y un 25% femeninos, Julien Tornare quiere equilibrar más las cifras y llegar a un 60% masculinos y un 40% femeninos. Sin embargo, aclara que tampoco cree estrictamente en un reloj con códigos femeninos, sino que quiere hacer relojes bonitos que puedan ser llevados indistintamente por hombres y mujeres.

Modelo en oro rosa.

Modelo en oro amarillo.

Modelo en oro blanco.

Una manufactura que refleja el espíritu de la marca

Durante la visita a la manufactura, además de estar acompañados por Sofía Aguilar, Ejecutiva de Cuentas de Nota Bene, quien fue la coordinadora de nuestra estancia en Suiza, nos guiaron Vittoria Pelà, coordinadora internacional de Relaciones Públicas de Zenith; Minh-Tan Bui, jefe de Relaciones Públicas y Eventos, y Véronique Voillat, coordinadora de hospitalidad.

Visitar la manufactura es adentrarse en la manera de entender la relojería por parte de Zenith. Las diferentes secciones se ordenan siguiendo el proceso de fabricación de los movimientos. Empezamos la visita recorriendo las oficinas de diseño y las de investigación y desarrollo, que cuentan con sofisticados simuladores con los que se prueban los nuevos prototipos o bien se mejoran las prestaciones de los movimientos ya existentes. Luego vienen las salas de fabricación de las diferentes piezas que componen los movimientos, en las que hay tanto máquinas de control numérico de múltiples cabezales como modernas prensas, capaces de estampar piezas en más de un plano. Todas las piezas (tanto las fabricadas en la manufactura como aquellas pocas que no lo son, como puede ser el conjunto volante/espiral) superan un control de calidad antes de pasar a la etapa de decoración y montaje del movimiento. Una vez se ha ensamblado el movimiento, se incorporaran la esfera y las agujas, y se monta en la caja que le corresponda. Un control final de las piezas asegurará que lleguen en óptimas prestaciones y condiciones a los clientes que las lucirán en sus muñecas.

Lógicamente, el zénit de la visita se produce cuando se entra en la buhardilla en la que Charles Vermot escondió las herramientas y los planos de fabricación de El Primero. Es un recorrido entre penumbras en el que todo tiene una pátina especial, como si de encerrar el espíritu de la marca se tratara. Es difícil no emocionarse, igual que lo hace el mismo Charles Vermot, al ver el video en el que narra su particular odisea para salvaguardar El Primero. Zenith es una marca auténtica. No sólo por fabricar el 100% de los movimientos de sus relojes, como bien le gusta recordar a Julien Tornare, sino por la pasión y el convencimiento que todos aquellos que han formado parte de su historia han puesto en su trabajo para seguir construyendo los relojes más precisos y fiables jamás realizados.

Interior de la buhardilla en la que Charles Vermot escondió las herramientas y los planos de fabricación de El Primero.

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