Quizás no sea necesario sumergirse en la oscuridad de los tiempos para encontrar el origen de Corum, pero es indudable que, en sus cerca de 60 años de existencia, esta manufactura ha contribuido como pocas a la evolución estética de los guardatiempos de lujo, dejando algunas piezas que ya forman parte de la iconografía de la Alta Relojería.
Todo empezó, en 1955, en la población eminentemente relojera de La Chaux-de-Fonds, cerca de Neuchâtel. Allí, René Bannwart, un relojero que contaba una larga experiencia en algunas de las más notables manufacturas suizas, decidió fundar su propia marca y convenció a su tío Gaston Ries para que le ayudara en el proyecto.

Decidieron denominarla “Corum”, una simplificación del cultismo de origen latino “quórum”, derivado de la expresión “Quorum praesentia sufficit”, que denomina el número mínimo de personas presentes necesarias para validar una decisión. En cuanto al logotipo, optaron por una elegante llave, que simboliza la voluntad de abrir nuevas puertas y descubrir territorios inexplorados en el mundo de la relojería. Y, en efecto, desde su mismo nacimiento, la firma suiza se situó en la vanguardia de la industria relojera con la creación de modelos que sorprendían tanto por su estética a menudo extremada como por las soluciones técnicas que planteaban.

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Así, en 1958, sólo dos años después de lanzar su primera colección, Corum ya presentaba modelos como el Chapeau Chinois, inspirado en el clásico sombrero cónico de los campesinos chinos, o el Golden Tube, dotado de una caja tubular y un movimiento lineal (verdadera proeza técnica en ese momento). Este modelo es el precedente del célebre Golden Bridge, que la firma lanzaría en 1980. En 1960, Corum inauguró su relación con el mundo de la vela con la creación del modelo Admiral’s Cup, dedicado a la competición homónima organizada por el Royal Ocean Racing Club, que se celebró cada dos años entre 1957 y 1999. Esta primera versión contaba con una caja cuadrada -fue, de hecho, uno de los primeros relojes herméticos con esta forma- y una imagen muy alejada de la que, años después, convertiría el Admiral’s Cup en el buque insignia de Corum.

En esta primera etapa, Corum destacó por la creación de modelos estéticamente rompedores, que a la vez mostraban toda la maestría de los relojeros de la firma. Buen ejemplo de ello es el reloj moneda lanzado en 1964, con su movimiento ultrafino alojado dentro de una moneda de oro de 20 $. Este modelo ha sido utilizado por varios presidentes americanos y por eminentes personalidades. En la misma línea, seis años más tarde, el reloj Feather presentaba una esfera compuesta por auténticas plumas de ave, una proeza tanto artística como técnica con la que Corum se iniciaba en el uso de los materiales más delicados -y, a menudo, peculiaresen la confección de sus esferas (en 1986, por ejemplo, el modelo Meteorito incluiría dicho mineral en el dial).

Entre estos dos modelos, sin embargo, la firma de La Chaux-de-Fonds creó dos piezas muy significativas: la primera fue el modelo Buckingham, de 1965, cuya gran caja rectangular rompía los cánones estéticos de la relojería tradicional y se adelantaba unas décadas a la moda de los relojes de gran tamaño; un año más tarde, y coincidiendo con la incorporación de Jean-René Bannwar (hijo del fundador) al equipo creativo de la marca, el elegante Romvlvs se presentaba con una esfera totalmente limpia. Unos numerales romanos grabados en el bisel facilitaban la lectura de la hora.
En 1976, Corum dio rienda suelta a su vertiente más vanguardista con el reloj Rolls-Royce, elaborado en colaboración con la compañía de automóviles de lujo. La caja y la esfera del guardatiempo reproducían la rejilla del radiador de un Rolls, coronada por
la célebre figura de la mujer alada.

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Publicidad del modelo Rolls Royce, de 1976, que reproducía la rejilla del radiador del famoso coche.

Relojes icónicos

La década de los ‘80 vio el nacimiento de algunos de los relojes que han marcado la historia de Corum, y que aun hoy siguen siendo objeto de continuas revisiones
por parte de la marca: En 1980 fue lanzado el Golden Bridge, descendiente del Golden Tube, cuyo movimiento baguette grabadoa mano -y visible a través de la caja de cristal de zafiro- mostraba toda la maestría técnica de los relojeros de la manufactura. Tres años más tarde, el modelo Admiral’s Cup (1960) fue totalmente rediseñado por Jean-René Bannwart, que introdujo los elementos que lo han convertido en el reloj más popular de Corum y, sin duda, en uno de los iconos más reconocibles de la relojería moderna: la caja dodecagonal y los doce gallardetes náuticos del código internacional de las señales marítimas en el realce, en la función de índices.

Entre las múltiples versiones del reloj, cabe destacar el modelo Admiral Cup’s Tides, de 1992, cuyo movimiento Co 277 ofrecía una serie de informaciones muy importantes para los regatistas, como las fases lunares, la hora de las mareas, su amplitud y una estimación de la altura del agua y de la fuerza de las corrientes. Durante este periodo, Corum continuó sorprendiendo al público con cada nueva colección, lanzando modelos de una gran audacia estética y una excelente ejecución. En 1997, la firma presentó el Tabogan, un reloj dotado de un complejo mecanismo –pantentado por la firma- que permitía situar la caja verticalmente, de modo que podía convertirse en un reloj de sobremesa. El año 2000 llegó el turno del monumental Bubble, cuya bóveda de 11 mm de cristal de zafiro generaba un efecto lupa que permitía obtener una singular imagen de la esfera.

Este esfuerzo para ofrecer siempre diseños innovadores fue recompensado, también en el año 2000, con el premio Gaïa del Museo Internacional de Relojería, que René Bannwart recibió por su contribución a la historia de la relojería y la cultura.
En el ámbito empresarial, cabe destacar la llegada, ese mismo año, de Severin Wunderman, reconocido filántropo e importante hombre de negocios con años de experiencia en el mundo de la relojería.

Herencia y creación

Durante los ocho años que estuvo al frente de Corum, Wunderman contribuyó a dinamizar la marca, siempre fiel al espíritu pionero e independiente que la ha caracterizado desde su fundación. Bajo su dirección, la firma lanzó modelos como el Trapèze (2001), con su espectacular caja trapezoidal; o el Classical Vanitas, el primer modelo en el mundo que utilizaba la marquetería como técnica de decoración de una esfera. En 2005, la firma cumplió su 50º aniversario, y lo celebró con una nueva edición del Golden Bridge, que reinterpretaba la singular forma del célebre reloj con una imagen contemporánea. Dos años después, le llegó el turno del clásico Romvlvs, que fue relanzado con un nuevo diseño que mantenía su principal particularidad –los números romanos grabados sobre el bisel- pero a la vez introducía una doble curvatura a la caja que confería un efecto elíptico al cristal de zafiro abombado.

En 2008 se produjo la muerte de Severin Wunderman, y tomó su lugar Antonio Calce, quien ya había tenido un papel activo, desde su llegada a Corum en 2005, en la completa transformación de la marca. Calce continuó con el reposicionamiento de mercado de la misma, basado sobre todo en el relanzamiento de modelos emblemáticos, a los que introdujo nuevas funciones y complicaciones. Modelos como el Admiral’s Cup Tourbillon 48 o el Calendario Perpetuo Romvlvs ilustran perfectamente esta política comercial. Paralelamente, modelos como el Ti-bridge (2009), dotado del nuevo calibre manufactura CO 007, mostraban la voluntad de la firma de continuar aportando meritorias innovaciones, tanto en el campo estético como en el técnico.

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Modelo Ti-bridge, de 2009, inspirado en el Golden Bridge.

En 2010 se produjo el fallecimiento del fundador de Corum, René Bannwart, a la edad de 95 años. La historia de la firma ilustra perfectamente su creatividad y humanismo, así como un aprecio extremo por la belleza. Antonio Calce asumió el cargo de CEO de la compañía. En el ámbito creativo, cabe destacar el lanzamiento del Admiral’s Cup Deep Hull, hermético hasta 1.000 metros, con el que la firma celebraba el 50º aniversario del icónico modelo y renovaba su histórico compromiso con el mundo de la náutica. Paralelamente, y para festejar, en este caso, el 30º aniversario del emblemático movimiento baguette del Golden Bridge, Corum lo dotó de un tourbillon con escape de Silicio. Este modelo refleja, más que ningún otro, la apuesta de la marca de La Chaux-de- Fonds por conjugar el respeto por una historia repleta de piezas icónicas con el uso de las nuevas tecnologías y materiales de última generación.

Hoy, Corum cuenta con más de 150 referencias, que se estructuran alrededor de cuatro grandes colecciones: Admiral’s Cup, basada en el modelo de 1983 y dedicada al mundo de los deportes náuticos; Romvlvs, basada en el mítico modelo de 1966; Corum Bridges, caracterizada por el uso del particular movimiento baguette; y Artisans, compuesta por modelos dotados de esferas en esmalte o decorados con miniaturas pintadas a mano, con los que la que la firma rinde homenaje a los históricos oficios decorativos de la relojería.

Este artículo ha sido publicado en el número 43 de la revista Máquinas del Tiempo.

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