Chopard
L.U.C 1860 Flying Tourbillon
Manos de alta relojería
Por Ernest Valls
Chopard
L.U.C 1860 Flying Tourbillon
Manos de alta relojería
Por Ernest Valls

En el L.U.C 1860 Flying Tourbillon de Chopard, cada detalle esconde la dedicación de expertos artesanos que perpetúan la tradición relojera suiza.


Paulo, artesano fundidor de oro (ético), transforma este metal precioso en la base de cada pieza de la casa.
La colección L.U.C 1860 de Chopard honra el legado de su fundador, Louis-Ulysse Chopard, quien dio origen a la marca en 1860. Esta línea representa una fusión perfecta entre la artesanía tradicional, la innovación técnica y un firme compromiso con la sostenibilidad. Cada reloj es una obra maestra de la alta relojería suiza, en la que la habilidad y el conocimiento de los artesanos y maestros relojeros de la manufactura son esenciales para alcanzar un resultado exquisito y excepcional.
En estas páginas solemos centrar nuestra atención en el reloj en sí: describimos sus características estéticas y técnicas, profundizamos en su diseño y en lo que la marca busca transmitir o resaltamos su condición de manufactura. Sin embargo, rara vez hablamos de las manos que crean estas obras de arte o de los oficios artesanales esenciales para su elaboración. Si lo común al presentar un reloj es seguir el hilo argumental de caja-esfera-movimiento, esta vez la historia se contará a través de los artesanos que dan vida a esta extraordinaria pieza de la relojería contemporánea.
El fundidor de oro: la base de la creación
En lo profundo de la manufactura de Chopard, el artesano fundidor de oro, Paulo, transforma este metal precioso en la base de cada pieza de la casa. Desde 2001, Paulo ha trabajado con pasión, convirtiendo oro puro en las barras que luego darán forma a los relojes y joyas de Chopard. Este proceso comienza con la fusión de oro ético, una iniciativa pionera que la marca implementó en 2018, garantizando que todo el oro utilizado proviene de minas responsables.


Christophe es uno de los pocos artesanos capaces de ensamblar el complejo movimiento que da vida al L.U.C 1860 Flying Tourbillon.
El oro utilizado en el L.U.C 1860 Flying Tourbillon es un oro amarillo de 18 quilates que, tras pasar por el crisol de Paulo, adquiere una pureza y un brillo únicos. Esta base otorga al reloj no solo un valor estético y comercial, sino también un trasfondo ético y sostenible, alineado con la visión de Chopard de crear un lujo responsable.
El ensamblador de grandes complicaciones: el corazón del movimiento
Christophe, un relojero especializado en grandes complicaciones, es uno de los pocos artesanos capaces de ensamblar los complejos mecanismos del tourbillon volante del L.U.C 1860. El tourbillon es una complicación relojera que compensa los efectos de la gravedad sobre el movimiento, y el de este modelo en particular es volante –la caja sólo tiene un punto de apoyo–, lo que lo hace aún más difícil de ensamblar y ajustar.
El proceso de ensamblado de los 189 componentes del calibre L.U.C 96.24-L requiere una precisión extrema y una delicadeza que solo relojeros con décadas de experiencia, como Christophe, pueden dominar. Este calibre está equipado con un microrrotor de oro de 22 quilates y dos barriletes, lo que le confiere una reserva de marcha de 65 horas.

Una vez ensamblado el movimiento, entra en juego Véronique, la artesana decoradora especializada en técnicas como el achaflanado, el perlado o las Côtes de Genève.
La decoradora de movimientos: la belleza oculta
Una vez ensamblado el movimiento, entra en juego Véronique, la artesana decoradora de movimientos. Su trabajo, muchas veces invisible para el usuario final, es fundamental para dotar al reloj de una belleza interna que solo los ojos más expertos pueden apreciar. Véronique se especializa en técnicas como el achaflanado, el perlado y las Côtes de Genève, que adornan y embellecen cada componente del movimiento, creando reflejos y texturas que realzan la luz que pasa a través del cristal de zafiro.
El movimiento L.U.C 96.24-L no solo es preciso, sino también visualmente impresionante gracias a la dedicación de Véronique, quien decora cada componente con paciencia y perfeccionismo. Estas decoraciones son uno de los requisitos para obtener el prestigioso Punzón de Ginebra, una certificación que garantiza la calidad y la artesanía de los relojes
El pulidor: la perfección en cada superficie
El arte del pulido es crucial para dar al reloj su acabado final y la luminosidad característica. Rodeline, una artesana pulidora que trabaja en los talleres de Chopard desde 2004, se encarga de pulir la caja y otros componentes del reloj, transformando el oro amarillo de 18 quilates en una superficie perfecta. Este proceso se realiza a mano, utilizando herramientas como cepillos de fieltro y ruedas de algodón para suavizar las asperezas y obtener un pulido en espejo que refleja la luz de manera sublime.


(Izquierda) Rodeline, una artesana pulidora, se encarga de acabar la caja y otros componentes del reloj, transformando el oro (ético) amarillo en una superficie perfecta. (Derecha) Los aprendices de Chopard reciben una formación exhaustiva que abarca tanto técnicas modernas como métodos tradicionales en peligro de desaparecer.
El pulido final no solo es un paso estético, sino también funcional, ya que protege las superficies del desgaste y la corrosión. En Chopard, este oficio es llevado al extremo del perfeccionismo, asegurando que cada reloj, incluido el L.U.C 1860 Flying Tourbillon, sea una obra maestra de la artesanía.
Los aprendices: el futuro de la artesanía
Chopard no solo es una marca que mira hacia el pasado, sino que también invierte en el futuro de la relojería y la joyería a través de sus programas de formación. Mégane y Benjamin son dos jóvenes que han pasado por los talleres de Chopard, formándose en los oficios de relojera y joyero, respectivamente. Ambos han aprendido de maestros como Christophe y Véronique, quienes les han transmitido sus conocimientos y su pasión por estos oficios.
Los aprendices en Chopard reciben una formación exhaustiva que abarca tanto técnicas modernas como métodos tradicionales en peligro de desaparecer. De esta manera, Chopard asegura que el conocimiento se mantenga vivo y eleva el oficio relojero a un nivel excepcional de perfección.
L.U.C 1860 Flying Tourbillon de Chopard
El L.U.C 1860 Flying Tourbillon de Chopard, en edición limitada a 10 piezas, es mucho más que un reloj. Es una muestra tangible de la excelencia artesanal y técnica que define a la marca. Desde la fusión del oro ético hasta el pulido final, cada etapa del proceso de creación involucra a artesanos altamente cualificados, cuyas manos transforman materiales en obras de arte. Al llevar uno de estos exclusivos relojes, el usuario no solo posee un objeto de valor y belleza, sino también una pieza que encapsula siglos de tradición relojera y la dedicación de artesanos excepcionales.
Cada uno de estos diez exclusivos L.U.C 1860 Flying Tourbillon encapsula el legado, la habilidad y el compromiso con la excelencia de generaciones de artesanos.
Más información en: chopard.com


