Tudor
BLACK BAY PRO
Más viajero, más profesional
Por Ernest Valls
Tudor presenta un nuevo modelo Black Bay con caja de acero de 39 milímetros y función GMT bajo la denominación “PRO”.

o cabe duda de que Hans Wilsdorf ha resultado ser un visionario de la relojería y un avanzado a su tiempo. Prueba de ello es su propuesta de crear otra marca relojera tras el éxito incuestionable de Rolex Watch Company. Si bien, hoy en día, puede parecer una apuesta habitual (no hay más que mirar el mundo del automóvil), no lo era a mediados de los años 40 del siglo pasado. La nueva marca mantendría la fiabilidad y calidad de su hermana mayor, si bien sus precios serían más competitivos. Los Tudor heredaban de Rolex la estética, las cajas y los brazaletes. Sin embargo, para lograr esa disminución del precio la firma recurría a incorporar movimientos suizos estándar.

El flamante Black Bay Pro no esconde su fuente de inspiración: el Rolex Oyster Perpetual Explorer II de los años 70, también conocido como “Freccione 1655”.
Lo mejor de los hermanos menores es verlos crecer y que sigan su propio camino, alejados del referente de la familia. Y eso es lo que ha hecho Tudor en estos últimos años. Muy probablemente, la emancipación llegó cuando Tudor presentó su primer calibre manufactura: el MT5621; un calibre automático, con rotor central bidireccional, espiral de silicio amagnética y la certificación de cronómetro del COSC. Este calibre debutó en los modelos North Flag y Pelagos, presentados en 2015.
La colección Black Bay, lanzada en 2012, fue todo un éxito para la firma ginebrina. Tudor rememoró los modelos históricos de buceo que forjaron su identidad y su prestigio a mediados de los años 50, y en concreto en 1954, año en el que presentó la referencia 7922, bajo la denominación “Tudor Oyster Prince Submariner”, su primer reloj de buceo con una estanqueidad de 100 metros, equivalentes a 10 atmósferas de presión; un modelo con una estética Rolex indiscutible –incluso la corona y el brazalete incorporaban el logotipo de Rolex–, si bien con un movimiento automático 390 desarrollado a partir de un esbozo Fleurier.
Por otra parte, los relojes Tudor han sido fieles compañeros de singulares aventuras, como la protagonizada por 30 exploradores que se embarcaron hace 70 años en la Expedición Británica del Norte de Groenlandia para estudiar el hielo del Ártico. Para dicha expedición, Hans Wilsdorf proporcionó relojes del modelo Oyster Prince, el primer Tudor hermético de cuerda automática. No concebía un mejor entorno para ponerlo a prueba que el del clima extremo del Ártico.

El Black Bay Pro se puede vestir con un brazalete de acero con remaches, una correa híbrida de caucho y acero, o bien con una correa de tejido de Julien Faure con una franja central amarilla.
El modelo Black Bay Pro refleja la herencia de esos instrumentos que utilizaron los exploradores pioneros, ya que es un reloj-herramienta diseñado para un uso profesional. Además, tampoco esconde que forma parte de la herencia y el legado de Rolex. Ander Ugarte y su equipo han encontrado la inspiración en un modelo icónico: el Rolex Oyster Perpetual Explorer II de los años 70, también conocido como Freccione 1655. Aunque forma parte de la colección Black Bay, este nuevo modelo introduce no pocos cambios estéticos y exclusivos. La corona se ha rediseñado para aportar un mayor agarre y se fija a ras de la carrura para que su tubo no sea visible. Los índices horarios están fabricados en cerámica monobloque luminosa. Con ello se realza la estética técnica del Black Bay Pro, al mismo tiempo que aumenta la superficie luminosa de los índices horarios. El brazalete incorpora un nuevo sistema de cierre y un nuevo sistema de ajuste rápido de su longitud que Tudor ha bautizado “Tfit”. Este sistema, de fácil uso, ofrece cinco posiciones sin necesidad de herramienta alguno, lo que permite a su portador un ajuste instantáneo de hasta 8 mm en el cierre.
Caja de 39 milímetros
La caja del Black Bay Pro está realizada en acero inoxidable 316L, el usado habitualmente por los modelos de la marca. Se trata de un acero inoxidable amagnético de cromo níquel que contiene molibdeno; esta adición aumenta su resistencia a la corrosión en general. Por este motivo es un tipo de acero apreciado para los relojes de que tienen que soportar condiciones ambientales extremas.

La aguja GMT de color amarillo, así como la franja de igual color –en el caso de la correa de tejido de Julien Faure– ofrece un atractivo y deportivo contraste sobre el fondo negro mate de la esfera.
El diámetro de la caja es de 39 milímetros. Las líneas de la caja son clásicas, sin grandes concesiones. Su concepción constructiva es la habitual de tres cuerpos: bisel, carrura y fondo, con una hermeticidad de 200 metros, equivalentes a 20 atmósferas de presión. El acabado de su superficie es satinado de trazos rectos con los contornos biselados y pulidos. El bisel fijo presenta una graduación de 24 horas para la lectura de la función GMT. Las asas son cortas, curvadas en su frontal y prácticamente rectas en el anverso. El fondo, ciego, está roscado a la carrura. El contorno del fondo tiene el singular y característico estriado de las cajas Oyster utilizadas por Tudor. Se precisa de una herramienta especial que ajuste perfectamente en todo el diámetro para su manipulación. Esta particularidad redunda en la hermeticidad del conjunto, debido a que esta herramienta especial ejerce una presión continua y firme en todo el contorno. De esta forma, el ajuste es preciso y homogéneo, aspecto importante para que la junta de goma no quede pellizcada y cumpla perfectamente su cometido. Cierra la caja, en su parte superior, un cristal de zafiro transparente abombado.
La corona se rosca a un tubo solidario a la carrura con un diseño tal que evita que pueda verse debajo de la misma. El contorno de la corona se ha rediseñado de manera que ofrezca un mejor agarre. Como es habitual, en el frontal de la corona se puede apreciar el grabado de la rosa Tudor, símbolo de la marca ginebrina.
El Black Bay Pro se presenta con tres versiones de brazalete o correa: un brazalete de acero con remaches, con acabado pulido satinado y cierre especial “Tfit”, que permite un ajuste del largo hasta los 8 milímetros sin necesidad de herramientas; una correa híbrida de caucho y cuero con cierre desplegable de acero, o bien una correa de tejido, uno de los rasgos distintivos de Tudor (en 2010 se convirtió en una de las primeras marcas relojeras en ofrecerlas con sus modelos). Se trata de una correa que la empresa Julien Faure, elaborada siguiendo un método artesanal en telares de Jacquard del siglo XIX, en la región francesa de Saint Étinne. En concreto, la correa negra del Black Bay Pro incorpora una banda amarilla en su zona central.

La esfera, abombada, de color negro está perfectamente adaptada para su uso como reloj profesional.
Esfera negra abombada
La esfera, abombada, está perfectamente adaptada para su uso como reloj profesional. Los índices horarios, de cerámica monobloque luminosa, son de gran tamaño y perfectamente diferenciados. El de las doce es el habitual triángulo isósceles invertido; el de las nueve y las seis horas tienen forma de rectángulo, y el resto de índices son de tipo botón. Los índices, al estar realizado en cerámica combinada con SuperLuminova, consiguen un efecto de envejecimiento al tiempo que permite eliminar el habitual chatón sobre el que depositar el material luminiscente. El resultado es un corte limpio de la cerámica y un recubrimiento perfecto en toda la superficie del índice.
Las agujas horarias centrales presentan la estética habitual de Tudor. La de los minutos es rectangular, estrecha y acabada en punta. Toda la zona interior está rellena de material luminiscente. La de las horas, más ancha que la anterior, presenta el clásico extremo en forma de rombo por el cual recibe el nombre “Snowflake” (copo de nieve, en inglés). Estas agujas aparecieron por primera vez en 1969. Su objetivo no era otro que mejorar la legibilidad para corresponder a las exigencias de la Marina Francesa para sus modelos de buceo. La aguja central de los segundos es un fino estilete con un contrapeso algo más grueso que el brazo, y su extremo está rematado por un rombo cuya zona central está recubierta de material luminiscente. Como no podía ser de otro modo, la aguja GMT destaca sobremanera con su llamativo color amarillo y su rombo –más grande que el del segundero– recubierto con material luminiscente.

Los índices de cerámica, que ya incorpora el material luminiscente, permiten un corte limpio y efecto que resalta su brillo en condiciones de poca luminosidad ambiental.
En la esfera se aprecia, grafiado en blanco a las doce horas, el escudo que hace de logotipo de la marca, el nombre “TUDOR” y, debajo, su ciudad de origen, “Genève”. A las seis horas se indica la estanqueidad del modelo: “200 m” o bien “660 ft” (pies), seguida de una referencia a la condición de cronómetro oficialmente certificado del reloj, ya que es poseedor del prestigioso certificado expedido por el COSC (Contrôle Officiel Suisse des Chronomètres – Instituto Oficial de Pruebas de Cronómetros Suizos).
La parte exterior de la esfera está rematada por una minutería tipo semiferrocarril (no está impreso el “rail” interior), en el mismo color que el resto de información. En la parte más inferior de las seis, como no podía ser de otro modo, reza la leyenda “SWISS MADE”.
El calibre MT5652
El Black Bay Pro está equipado con el calibre manufactura de Tudor MT5652. Es un movimiento de nueva generación presentado en 2018, cuando se lanzó el Tudor Heritage Black Bay GMT, y es el primer calibre GMT de Tudor. El MT5652 es un calibre con función GMT integrada, de remonte automático con rotor central troquelado. El rotor está soportado mediante cojinetes de bolas y carga en ambos sentidos de giro. El calibre tiene un diámetro de 31,8 milímetros y un grosor de 7,52; está dotado de 28 rubíes y su reserva de marcha llega hasta las 70 horas. El conjunto volante/espiral late a unas rápidas y contemporáneas 28.800 alternancias por hora, que equivalen a una frecuencia de oscilación de 4 Hz. La espiral está realizada en silicio, con lo que se consigue que sea totalmente inmune a los campos magnéticos. El MT5652 ilustra el proceso de desarrollo tecnológico propio de Tudor, integrando funciones nuevas en sus movimientos gracias a una arquitectura flexible en lugar de añadir módulos adicionales. Este detalle, menor para algunos, es altamente valorado para los puristas.

El Black Bay Pro está dotado de un movimiento manufactura de nueva generación presentado en 2018, el calibre MT 5652.
El ajuste de la variación de marcha se consigue mediante tornillos situados en la llanta del volante que modifican la geométrica del conjunto –su momento de inercia– y, en consecuencia, permiten atrasar o adelantar la marcha del reloj según convenga. Como la mayoría de calibres de nueva generación, el puente del volante dispone de dos puntos de apoyo. Esta particularidad permite una oscilación más equilibrada, que redunda en la precisión del reloj. El MT5652 cuenta con la certificación de cronómetro del COSC; sin embargo, Tudor aplica una tolerancia aún más restrictiva. Si el COSC permite un atraso diario de hasta 4 segundos, el MT5402 es apto cuando ese atraso es de tan sólo 2 segundos diarios. En cuanto a los adelantos, el COSC los fija en 6 segundos diarios, mientras que Tudor exige no sobrepasar los 4 segundos diarios de desviación.
A pesar del fondo ciego del reloj, el MT5652 está finamente decorado. El rotor está satinado y troquelado, y tiene el nombre de la firma grabado. Los puentes y la platina alternan superficies pulidas a chorro de arena y decoraciones láser en los contornos exteriores. En el puente del sistema de remonte automático se ha grabado la denominación del calibre y el número de rubíes que incorpora, así como la ciudad de origen y, de nuevo, el nombre de la marca.
Tanta es la experiencia de Tudor y la confianza que tiene en la calidad de sus relojes, que hoy en día ofrece una garantía de cinco años en todos sus modelos suministrados después del 1 de enero de 2020. Esta garantía es transferible –no se aplica sólo al comprador del reloj– y no precisa de registro alguno para su disfrute. Tudor aconseja un mantenimiento cada diez años, aunque, lógicamente, su necesidad dependerá del uso que se dé de él diariamente.
Más información en: www.tudorwatch.com