Algunos de los grandes descubrimientos científicos o de los inventos más revolucionarios han sido creados o investigados por mentes privilegiadas, genios con un talento innegable que con su trabajo han aportado un legado importante y en ocasiones esencial para el desarrollo de la humanidad.

Otras figuras no han sido tan bien tratadas por la historia, y sus nombres se han perdido en el anonimato, o no se les ha otorgado el mérito que merecen realmente. También hay personajes que han logrado grandes hitos, no solo por su talento o por su capacidad intelectual, sino por su tenacidad, por su deseo irrefrenable de conseguir su propósito, y por la voluntad que caracteriza a quien a pesar de los obstáculos, lucha contra viento y marea hasta triunfar en su empeño. En el mundo de la aviación hay varios nombres de personajes importantes que consiguieron grandes logros inventando, experimentando y superando los límites que en teoría la naturaleza ha impuesto sobre el ser humano: no poder volar.

Al hablar de los orígenes de la aviación, el primer nombre que viene a la mente de todos es el de los hermanos Wright, quienes son considerados los padres de la aviación por haber realizado el primer vuelo en un aparato más pesado que el aire. El nombre de Santos Dumont no resulta tan sugerente ni tan conocido, por lo menos en algunos lugares del mundo, y tal vez se pueda considerar que la historia no le ha tratado tan bien como sus hazañas acreditan.

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Louis Cartier circa 1905. Dibujo de Émile Friant.

Sin embargo, ese mismo nombre en Brasil es harto conocido, admirado y celebrado. Santos Dumont es considerado el padre de la aviación brasileña, y tal vez merezca el título de padre de la aviación universal mucho más que los hermanos Wright, aunque sean ellos los que conquistaron la fama y el prestigio. Santos Dumont también es un personaje conocido en un campo completamente ajeno al de la aviación. Su amistad con un importante joyero y diseñador de relojes de la época, Louis Cartier, dio origen a una curiosa anécdota que desembocó en la invención del reloj de pulsera. Pero, ¿Quién fue este personaje? Alberto Santos Dumont nació el 20 de julio de 1873, en Minas Gerais, en Brasil, y creció en una plantación de café que pertenecía a su familia en São Paulo. Su padre, de origen francés y que hizo fortuna en Brasil llegando a ser el mayor plantador de café de Latinoamérica, decidió volver a París tras un accidente en el que quedó paralítico. Alberto se trasladó así a la capital francesa con su familia a los 17 años. Alberto Santos Dumont era en aquella época un joven ambicioso, inteligente y apasionado por las nuevas tecnologías, pero por encima de todo era una persona creativa, con un gran espíritu de superación que no se dejaba vencer por los contratiempos.

Todo esto sumado al hecho de que la posición económica de su familia le permitía experimentar a su gusto en la metrópoli francesa con total libertad, propició su trabajo con algunos de los proyectos que interesaban hasta el punto de apasionar al joven brasileño. La curiosidad de Dumont se centraba sobretodo en las máquinas capaces de realizar hazañas tan sorprendentes como volar. Era el caso de los globos aerostáticos, que captaron la atención del joven y se convirtieron en el centro de sus trabajos, inventando nuevos aparatos, pilotándolos y estableciendo nuevos récords mundiales. Una de las grandes proezas de Santos fue la de solucionar uno de los principales problemas de estos aparatos, que se dejaban llevar demasiado por las corrientes de aire, y resultaban difíciles de gobernar.

En el año 1901, Santos aplicó la tecnología de los motores de combustión interna, dotándolo de timones y de una hélice, yaisló el motor del aparato de manera que, además deseguro, resultaba mucho más rápido y manejable. Aunque los años pasaron, la ambición de Dumont seguía siendo la misma, la de volar a más velocidad, con más precisión y sobretodo, con más autonomía, es decir, construir un aparato como el aeroplano, más pesado que el aire, pero que no precisase de la ayuda del viento ni de ningún instrumento externo para despegar, volar y aterrizar. Tras varios prototipos y varios fracasos, Dumont conquistó finalmente su sueño.

El año 1906, el Aeroclub francés decidió otorgar un premio de 1.500 francos al primer aparato más pesado que el aire que fuera capaz de recorrer 100 metros por sus propios medios, y Dumont se presentó con su aparato, el que es considerado como el primer avión en despegar, volar y aterrizar por si mismo, el 14bis. El 14bis, que disponía de una estructura de bambú y de aluminio cubierta de lona y de seda japonesa, se alzó a pocos metros del suelo en el Parque de La Bagatelle el 23 de octubre de 1906, y recorrió 60 metros en línea recta. Aunque no consiguió ganar el premio, Alberto Santos Dumont entró en la historia como el primer diseñador y piloto de un verdadero avión.

En este punto de la historia la polémica está servida, ya que los hermanos Wright registraron un primer vuelo en 1903, es decir, tres años antes de que lo hiciera Santos. Aunque lo hicieron sin la presencia de ninguna entidad aeronáutica o medio de comunicación que atestiguase la hazaña, los hermanos norteamericanos siempre han sido considerados por todo el mundo, excepto por los brasileños- como los verdaderos padres de la aviación. Sin embargo, aunque ellos batieron a Dumont cronológicamente hablando, el triunfo técnico fue del brasileño sin lugar a dudas.

En realidad, los hermanos Wright utilizaron un planeador a motor, de manera que el aparato precisó de la ayuda del viento de proa y de un remolque para su despegue. En cambio, Dumont añadió los primeros alerones a los extremos de las alas, así que el aparato pudo despegar de forma autónoma. De esta manera, se puede considerar que en realidad el primer avión con todas sus características como tal, fue el 14bis, y su piloto, Alberto Santos Dumont, que registró el hecho en un evento certificado y homologado oficialmente.

El primer reloj de pulsera

Unos años antes de que Dumont realizara su proeza pilotando el primer avión de la historia, el brasileño protagonizó una anécdota que dio origen a uno de los instrumentos más utilizados y cotidianos que podamos imaginar: el reloj de pulsera. En el año 1901, Dumont ya batía todo tipo de récords de velocidad en París. Ese mismo año, concursó para obtener el premio Deutsch de la Merthe, que consistía en 100.000 francos para quien consiguiera despegar del Parc Saint Cloud, llegar hasta la Torre Eiffel y regresar en menos de 30 minutos.

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Vuelo de Santos Dumont 14 bis el 16 de septiembre 1906

El reto era complicado, y el premio muy elevado, hechos que acrecentaron la expectativa en la capital francesa. El 19 de octubre de 1901, Santos Dumont pilotó su dirigible Nº 6 y tras recorrer el trayecto marcado, aterrizó de nuevo en el Parc Saint Cloud, donde los jueces le comunicaron que el veredicto oficial le sería entregado esa misma noche, en el exclusivo restaurante Maxim’s.

Al llegar esa noche al restaurante, Dumont se sorprendió ante un recibimiento entre aplausos y felicitaciones, siendo aclamado por la créme de la créme parisina: había conseguido su propósito y había ganado el premio. Entre los invitados a la cena de esa noche para celebrar el exitoso logro de Dumont, se encontraba Louis Cartier, amigo del aviador y diseñador de relojes de excelente gusto y sensibilidad excepcional. Louis Cartier era la tercera generación de una familia que había construido uno de los negocios más importantes de la época. El platero y joyero francés Louis-François Cartier se convirtió en proveedor de la corte de Napoleón III tras fundar su negocio en 1847, alcanzando fama y prestigio más allá de la corte parisina. Su hijo Alfred expandió el negocio, introduciendo además finos y elegantes relojes de bolsillo, que se convirtieron en el símbolo de la elegancia y de la riqueza de la alta sociedad francesa. Su nieto Louis Cartier siguió con la corporación familiar convirtiéndose en un magnífico diseñador, que continuó plasmando en sus diseños la sencillez y la elegancia de que hacían gala los relojes de la marca.

No es de extrañar que estos dos personajes, Cartier y Dumont, con trayectorias profesionales dispares, pero con un carácter innovador y un espíritu de superación tan similares, forjaran una sólida amistad que duraría años.

La noche del triunfo de Dumont, Cartier admirado por el logro del piloto brasileño, le preguntó por qué parecía tan sorprendido al conocer la noticia de su triunfo. Lo cierto es que Dumont no supo hasta el momento de entrar en el suntuoso salón del restaurante, que realmente había ganado el premio. Cartier no salía de su asombro ¿Acaso no llevaba reloj para consultar durante el trayecto que le confirmase su triunfo antes de conocer el veredicto oficial de los jueces? La sencilla respuesta de Dumont sorprendió a Cartier. Dumont no podía consultar su reloj de bolsillo, ya que no podía apartar las manos de los controles del dirigible en ningún momento, de manera que le resultó imposible saber en cuanto tiempo realizó el trayecto. Esta declaración de Dumont motivó en Cartier el deseo de ayudar a su amigo para su próximo viaje, en un terreno que él dominaba a la perfección: el diseño de relojes.

Al poco tiempo Cartier obsequió a Dumont con un reloj de oro cuadrado y plano que se sujetaba a la muñeca gracias a una correa de cuero y una hebilla. El diseño causó tal revuelo y cautivó de tal manera a la alta sociedad parisina, que Cartier empezó a comercializarlo bajo el nombre de “Cartier Santos”, modelo que aún en la actualidad se produce con el mismo nombre y con los mismos criterios de calidad excepcional.

Años después que Cartier obsequiara a Dumont con su reloj, este lo utilizó para cronometrar el tiempo en un nuevo récord. En esta ocasión Dumont batió un récord mundial de aviación, el 22 de noviembre de 1907. El reloj de Cartier cronometró los 21 segundos que Dumont tardó en recorrer 220 metros, una medición exacta a la que registraron los cronometradores oficiales del evento.

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1910 vuelo de Santos Demoiselle.De esta manera se inventó el reloj de pulsera, fruto del encuentro entre un afamado diseñador de relojes y un piloto apasionado por la velocidad, ambos amantes de los retos y triunfadores en su afán de mejorar la tecnología y el diseño de su época.

Un final trágico

Durante años, Santos Dumont siguió cosechando éxitos inventando y pilotando nuevos aparatos. En el año 1910 volvió a su Brasil natal enfermo de esclerosis múltiple y aquejado de una fuerte depresión provocada por el uso de los aviones durante la guerra. Dumont, que inventó los aparatos soñando con un uso beneficioso para la humanidad como transporte de mercancías o de personas, vio como eran utilizados para el transporte de tropas, y peor aún, para lanzar bombas que destruían vidas humanas.

Durante la dictadura de Getúlio Vargas en Brasil , escuadrillas de aviones federales bombardeaban a los brasileños, hecho que marcó a Dumont tan profundamente que incapaz de resistir el destino que había sufrido su invención, se quitó la vida en Guarujá, en São Paulo, el 23 de julio de 1932. Alberto Santos Dumont fue sin lugar a dudas una de las personalidades más importantes de la historia, no sólo para Brasil, sino para toda la humanidad en lo que se refiere al mundo de la aviación. Además fue un personaje fascinante, creativo, inteligente y extremadamente tenaz, que hizo de su sueño una realidad, más allá de lo que la época en la que vivía hubiera presumido jamás. Aunque la historia no haya tratado a Santos Dumont tan bien como merecería, el relato de un joven que conquistó los cielos de París, y su encuentro con un joyero que provocó la invención del reloj de pulsera, convierten a Dumont en una insigne figura digna de ser recordada y celebrada en los anales de la historia universal.

Este artículo ha sido publicado en el número 1 de la revista Máquinas del Tiempo.

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